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Presentado por Lisa Bishop

¿Tu vida de oración se siente débil? Hemos estado explorando la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas y hoy concluiremos mirando la Palabra de Dios para fortalecer nuestra vida de oración.

No sé ustedes, pero a veces mi vida de oración puede ser realmente insignificante. Hay ocasiones en las que simplemente sigo con mi día y me olvido de orar por la sabiduría y el poder sobrenaturales de Dios. Otras veces siento que mis oraciones son un disco rayado y simplemente no sé qué decir. ¿Alguna vez te has sentido así?

¡Hay buenas noticias! Cuando te quedas sin palabras, esto es lo que dice Romanos 8:26b-28:

no sabemos cómo debiéramos orar, pero el Espíritu mismo intercede con gemidos indecibles.  Y el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque él intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios. Y sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que lo aman; esto es, a los que son llamados conforme a su propósito. (Romanos 8:26b-28).

Cuando no sabes exactamente cómo debes orar, o apenas puedes pronunciar una oración, Dios mismo (a través del Espíritu Santo) te ayuda y ora por ti. Y él ora por ti de una manera que garantiza que todas las cosas funcionarán juntas para tu bien.

¡No hay otro Dios como nuestro Dios! Cualquier cosa que estés enfrentando, pídele al Espíritu Santo que interceda por ti; su oración por ti abrirá un camino.

Al terminar nuestro tiempo, quiero orar por ti la oración de Pablo en Efesios 3. Si puedes y te sientes cómodo, abre las manos con las palmas hacia arriba en posición de recibir esta bendición del Señor.

Por esta razón me arrodillo delante del Padre, de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra. Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, para que por fe Cristo habite en sus corazones. Y pido que, arraigados y cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los creyentes, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo. En fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios.

Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén. (Efesios 3:14-21).