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Presentado por Lauren Stibgen

¿Alguna vez has sentido que no estás haciendo lo suficiente? Tal vez seas como yo y te preguntas si lo que hago todos los días importa para el Reino de Dios. Sé que no me siento preparada de la manera en que la iglesia a veces llama a otros a viajes misioneros. A veces me preguntaba qué me pasaba. ¿Por qué no sentía la urgencia de subirme a un avión y llevar agua a un pueblo de África o ir a un pueblo remoto de Sudamérica para ayudar en un orfanato? ¡Para Dios, estas cosas son muy importantes!

Empecé a pensar en la vida misional en los lugares donde pasaba la mayor parte del tiempo. Para mí, era en el trabajo y en casa. Antes de empezar a centrarme en llevar el evangelio al mundo, pensaba en lo que estaba haciendo en el contexto de donde pasaba la mayor parte del tiempo. Y luego fui honesta conmigo misma. No estaba viviendo misionalmente en absoluto. Gran parte de mi pensamiento sobre el evangelio era un ejercicio centrado en mí misma. Me apasionaba Jesús, pero era una pasión interna.

Empecé por proponerme una palabra: audaz. Efesios 6:19-20 me inspiró a hacer esto.

Oren también por mí para que, cuando hable, Dios me dé las palabras para dar a conocer con valor el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas. Oren para que lo proclame valerosamente, como debo hacerlo. (Efesios 6:19-20).

Pablo declaró este versículo desde la prisión, ¡pero yo soy libre! Esto significaba que necesitaba salir de mi zona de confort y no solo aprender más sobre cómo ser una mejor discípula de Dios, sino también elegir situaciones específicas para ser valiente con mi fe en acción.

También me di cuenta de que no podía hacer esto sin el apoyo de Dios y del Espíritu Santo, pero también de que estaba equipada con otros que querían compartir un viaje de discipulado como yo. La comunidad con otros creyentes ha servido como un estímulo y una gran oportunidad para la elevación y el desarrollo mutuos.

El hierro se afila con el hierro y el hombre en el trato con el hombre (Proverbios 27:17).

Lo que ha seguido es una rica comunidad de mujeres que se apoyan y oran unas por otras y se alientan mutuamente a ser valientes con el evangelio en sus vidas laborales.

En los próximos días, escucharás acerca de Jennifer, Cathi, Tracy y Paige. Cada una de ellas tiene la misión de compartir el evangelio en el trabajo. Y, aunque todas comparten sus bases de éxito, la Palabra de Dios, el Espíritu Santo y la oración las capacitan para ser valientes.

Espero que te sientas alentado a estar en una misión justo donde te encuentras esta semana. ¡Dios te tiene justo donde necesitas estar!