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¿Has considerado que podrías necesitar un nuevo nombre? Hubo varias veces en la Biblia donde Dios cambió el nombre de alguien. Los cambios de nombre más familiares son:

  • Abram se convirtió en Abraham
  • Sarai se convirtió en Sara
  • Jacob se convirtió en Israel
  • Simón se convirtió en Pedro
  • Saulo se convirtió en Pablo

Dios tenía un propósito para cambiar sus nombres. No era que simplemente no le gustara el nombre que eligieron; los nombres tenían un gran significado en esa cultura, y Dios cambió sus nombres porque Dios los estaba cambiando. Dios les estaba dando un nuevo propósito y significado en la vida. Dios los estaba trayendo de un lugar en la vida al lugar donde él quería que estuvieran. Dios estaba cambiando su nombre para indicar que habían estado en el camino equivocado, y ahora iban a estar en el camino angosto, el camino de Dios, que conduce a la vida.

Me pregunto si Dios quiere cambiar tu nombre. Por ejemplo:

  • ¿Tu nombre es Amargado?

Si es así, te puedo asegurar que Dios quiere cambiarlo. En Hebreos 12:15 leemos:

Cuídense unos a otros, para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos.

Raíces amargas crecen en nuestros corazones cuando hemos sido agraviados, cuando nuestros sueños no se hacen realidad, cuando hemos sufrido algún tipo de pérdida, cuando nuestras circunstancias son difíciles; no se necesita mucho para que la amargura eche raíces en tu corazón. Y como nos dice este versículo de Hebreos, cuando no se controla, la amargura siempre crece. No puedes aferrarte a una ramita amargura, porque no permanecerá pequeña. Siempre crece.

Y luego, cada vez que permitas que una pequeña amargura eche raíces en tu corazón, cuenta con que te causará muchos problemas, tan seguro como que la noche sigue al día. Causará problemas físicos, en realidad te enfermará. Te hará feo, realmente te hará lucir amargado y poco atractivo. La amargura también causa problemas emocionales y mentales. Comienza a apoderarse de tu mente y tus pensamientos, y fácilmente puedes obsesionarte y perder el contacto con la realidad debido a la amargura.

Lo curioso es que, cuando estamos amargados, afecta todas nuestras relaciones, no solo aquella contra la que estamos amargados. Como padres podemos trasladar ese espíritu amargo a nuestros hijos; como gerentes y empleados podemos transmitirlo a nuestros compañeros de trabajo. Es un veneno que afecta a todos los que toca.

¿Has acumulado tanto dolor e ira que se ha convertido en amargura? Cuando tu nombre es amargura, pierdes la gracia de Dios. Dios quiere darte un nuevo nombre. Él quiere que te llames Gozoso, lleno del gozo de tu salvación y libre del dolor de la amargura.