Play

Déjame preguntarte: Como cristiano, ¿es esencial para ti tener un empleo que te satisfaga personalmente? ¿Verdad? ¿Deberíamos asumir que algo falta o está mal en nuestras vidas solo porque nuestro empleo no es lo que esperábamos?

¿Has llegado al punto de reconocer que tu empleo no te satisface y has trabajado lo suficiente como para saber que ningún empleo será la aventura emocionante que esperabas? La buena noticia es que tu empleo puede que nunca sea todo lo que deseas, pero tu vida puede tener propósito y puede ser plena cuando conoces el trabajo que Dios te ha encomendado, y eso la llenará de actividades significativas e importantes.

Consideremos algunas diferencias significativas entre tu empleo y tu trabajo:

  1. Tu empleo puede no usar ninguno de tus dones; tu trabajo los usa todos.

Ahora bien, primero, ¿sabes cuáles son tus dones? Todos los seguidores de Cristo tienen al menos un don espiritual, y muchas veces varios. Romanos 12 es un buen punto de partida para aprender sobre estos dones, y existen muchas buenas ayudas sobre este tema. Si no sabes cuáles son tus dones, inicia un programa de investigación y pídele a Dios que te los muestre.

Lo realmente bueno de nuestros dones es que nos encanta hacer aquello para lo que hemos sido dotados, y no nos resulta difícil. Dios es un administrador increíblemente inteligente de sus recursos humanos. Él sabe que, si me encanta hacer lo que tengo que hacer, lo haré mucho mejor.

Es un gozo ejercitar tus dones, ¿verdad? Eso no significa que nunca te canses ni te agotes, ni que no quieras escaparte de vez en cuando. Pero con pocos días lejos de mi trabajo, me siento inquieta. Estoy lista para volver.

Si me dijeras que nunca podría usar los dones que Dios me ha dado, me sentiría vacía. La vida no tendría sabor. Mis dones son las actividades que le dan sentido y alegría a mi vida.

Tu empleo puede usar tus dones, y si es así, es una bendición. Si no, aún tienes trabajo que hacer, que es muy significativo. Solo necesitas tener una comprensión clara, basada en la Palabra de Dios, de la diferencia entre tu empleo y tu trabajo.