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¿Te encuentras frecuentemente deseando ser otra persona?  ¿Sientes a menudo que una personalidad diferente sería mucho mejor que la que tienes? Bueno, si eso es cierto, entonces no solo se te impide conocer y apreciar la singularidad de quién eres como creado por Dios, sino que también te impide apreciar a los demás.

Sé que a medida que he comenzado a aprender a aceptar que quién soy no es un error, sino más bien un plan en el propósito eterno de Dios, puedo mirar a otras personas con una actitud muy cambiada.  Ahora aquellos que son muy diferentes a mí ya no representan una amenaza ni me hacen sentir inadecuada o decepcionada.

Ahora, cuando veo personas cuyas personalidades y dones admiro, puedo disfrutarlas por lo que son.  No tengo que competir con ellas, no tengo que sentir celos o envidia de ellas, porque sé que son únicas para los propósitos de Dios y yo también.

¿Puedes ver qué libertad y felicidad puede traer a tu vida, cuando eres capaz de apreciar quién eres?  Estás libre de esa sensación premonitoria de que algo anda mal contigo; eres libre de no tener que pensar o preocuparte por ti mismo todo el tiempo; eres libre de involucrarte con los demás. Estás libre del dolor de los celos y la envidia, y de la tristeza de la autocompasión.

Y luego, cuando puedes aceptar que fuiste creado por Dios tal como eres para sus buenos propósitos, también puedes entender que Dios nos ha hecho a todos muy diferentes por buenas razones.  A veces inconscientemente pensamos que todos deberían ser como nosotros: pensar como nosotros, sentirnos como nosotros, ver todo de la manera en que lo hacemos. Pero no es así como Dios nos ha creado.

Me recuerdan que no habría sido bueno si todos fuéramos iguales. Dios es tan increíblemente creativo, que no es ningún problema para él diseñarnos a cada uno de nosotros como personas únicas, no hay dos iguales.  Qué grandioso, qué maravilloso es eso.

¿Le pedirás a Dios que te ayude a apreciar quién eres?  ¿Le pedirás que te libere de tratar de ser otra persona? ¿Comenzarás a agradecer conscientemente a Dios que eres quien eres, y te comprometerás con él a ser todo lo que él ha planeado que seas?  Esa es la manera de tener una vida satisfecha y fructífera.