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Jesús cuenta una parábola en Mateo 20 que es un enigma para entender. Es la historia de un patrón que ofrece contratar trabajadores por una determinada cantidad, los trabajadores aceptan el salario y se van a trabajar a su viñedo. Algunos empiezan a trabajar temprano en la mañana y trabajan todo el día; otros se contratan a lo largo del día; y finalmente a las cinco en punto este patrón contrata aún más personas para que vengan a trabajar en la viña.

Al final de la jornada laboral, el empleador les paga exactamente la misma cantidad, a pesar de que algunos han trabajado doce horas, otros diez y otros sólo una hora. Bueno, como puedes comprender, los que trabajaron todo el día no estaban muy felices.

Cuando recibieron el pago que habían acordado, comenzaron a quejarse:

 “Al recibirla, comenzaron a murmurar contra el propietario. “Estos que fueron los últimos en ser contratados trabajaron una sola hora —dijeron—, y usted los ha tratado como a nosotros que hemos soportado el peso del trabajo y el calor del día” (Mateo 20:11-12).

Y como Jesús cuenta ésta parábola, así es como el terrateniente responde:

Pero él contestó a uno de ellos: “Amigo, no estoy cometiendo ninguna injusticia contigo. ¿Acaso no aceptaste trabajar por esa paga? Tómala y vete. Quiero darle al último obrero contratado lo mismo que te di a ti. ¿Es que no tengo derecho a hacer lo que quiera con mi dinero? ¿O te da envidia que yo sea generoso?”. (Mateo 20:13-15).

Estoy examinando trabajar según las reglas de Jesús, las reglas que se aplican a aquellos de nosotros que somos seguidores de Cristo y que queremos agradar a Jesús. Y su mensaje aquí es que debemos trabajar sin envidia. No debemos envidiar lo que otros obtienen, tienen o hacen. La envidia te comerá vivo.

El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia carcome los huesos. (Proverbios 14:30).

¿Hay alguna envidia en tu corazón hoy, hacia tus compañeros de trabajo u otras personas? Carcomerá tus huesos, destruirá tu salud, acortará tu vida. Si quieres trabajar según las reglas de Jesús, entonces necesitas limpiar la envidia de tu corazón. Créeme, te alegrarás mucho de haberlo hecho.