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Me he estado enfocando en la importancia de las elecciones que hacemos, nuestras elecciones diarias sobre las cosas pequeñas y las más grandes que marcan la diferencia en la dirección de nuestras vidas. Este pasaje de Jeremías da algunos buenos consejos sobre cómo tomar decisiones:

“Esto dice el Señor: «Deténganse en el cruce y miren a su alrededor; pregunten por el camino antiguo, el camino justo, y anden en él. Vayan por esa senda y encontrarán descanso para el alma. Pero ustedes responden: “¡No, ese no es el camino que queremos!”.” (Jeremías 6:16).

Jeremías nos advierte que no tomemos decisiones demasiado rápido y sin buscar la guía de Dios. Él dice párate y mira; piensa en cómo se verá esta decisión en el futuro. No te dejes engañar por el glamour o el atractivo momentáneo de esta elección; ¿Cómo será en una semana, un mes, un año, la eternidad? Luego nos aconseja buscar el buen camino, el camino antiguo. Eso significa tomarse el tiempo para orar al respecto, buscar el consejo de Dios si es necesario, preguntarle a Dios cuál es el buen camino. A menudo, no es el camino en que puedes tener la intención de ir.

Interesante que en ese día la gente se negó a elegir el buen camino. Simplemente dijeron: “No, no voy a ir por ese camino. Voy por mi propio camino. Puedo pensar en elecciones que he hecho donde, en un sentido real, dije lo mismo: lo haré a mi manera. Y sin excepción, esas elecciones fueron dañinas; no encontré descanso para mi alma

¿Podría ser ahí donde te encuentras en este momento de tu vida? Te enfrentas a una decisión, una elección, y solo quieres lo que quieres y lo quieres ahora, así que no estás pidiendo el buen camino, el antiguo camino que te llevará al descanso del alma. Si es así, te insto enfáticamente a que se pares en esta encrucijada de tu vida, esta decisión que enfrentas, y busques el camino de Dios y luego camines en él. Nunca te arrepentirás de esa elección.

O tal vez estás viviendo con las consecuencias de elegir tu camino en lugar del camino de Dios. Déjame animarte a saber que Dios no se ha dado por vencido contigo. Él siempre tiene un plan para prosperarte y ayudarte, llevándote donde estás, incluso mientras estás viviendo con esas consecuencias, y abriéndote un camino que lleva al descanso del alma, a una relación renovada con Dios a través de Jesús. Nunca es demasiado tarde para pararse en la encrucijada y elegir el buen camino, el camino antiguo.