Podcast (podcast-spanish): Play in new window | Download (Duration: 3:11 — 7.3MB)
Tengo tendencias a hablar sola. ¿Tú haces eso también? Bueno, me estaba dando cuenta de que el salmista lo hizo mucho. De hecho, creo que todos necesitamos aprender a hablar más con nosotros mismos.
Mientras leía los Salmos 42 y 43, noté cómo se repetía a menudo esta frase: “¿Por qué te abates, alma mía? ¿Por qué te turbas dentro de mí? Pon tu esperanza en Dios, porque aún he de alabarle, mi Salvador y mi Dios.” Evidentemente, el escritor estaba luchando con la depresión, con el desánimo, con la desesperación, al igual que tú y yo luchamos de vez en cuando. Y hablaba consigo mismo como una forma de pronunciar las palabras correctas en su mente y revertir su pensamiento erróneo.
En el versículo 6 del Salmo 42, leemos: ” Ahora estoy profundamente desalentado, pero me acordaré de ti,…” Ahora bien, esta es una muy buena técnica y hábito que todos debemos aprender. Cuando nos sentimos deprimidos, debemos forzarnos a recordar y recitar en voz alta la bondad de Dios hacia nosotros en tiempos pasados.
¿Estás pasando por un momento difícil? Entonces, detente ahora mismo y habla contigo mismo; encuentra un lugar donde puedas decir algo como: “Oye, ¿cuál es tu problema? Dios te ama y se preocupa por ti; ha satisfecho tu necesidad una y otra vez. Recuerda lo que hizo por ti en el pasado y pon tu esperanza en él nuevamente.”
Noté en el Salmo 42 y 43 que el escritor también verbalizó sus dudas. “¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué me has rechazado?” Expresó esas dudas y preguntas a Dios, pero inmediatamente volvió a la verdad de alabar a Dios y esperar en Dios.
Cuando me encuentro dudando y cuestionando a Dios, trato de expresarlo en voz alta. “Señor, siento como si no estuvieras allí. Simplemente no puedo entender por qué sucedió esto. No puedo evitar preguntarme si te has olvidado de mí aquí. PERO te conozco mejor Señor. Recuerdo lo que has hecho en el pasado, y sé que tus caminos no son mis caminos. POR LO TANTO, en ti confío, en ti pongo mi esperanza. Tú eres mi Salvador y mi Dios”.
Entonces, habla contigo mismo. Creo que es un principio bíblico que debemos incorporar a nuestras vidas para ayudarnos a encontrar la victoria en esos altibajos cotidianos de la vida.