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La Biblia nos enseña que, como seguidores de Cristo, debemos caminar por fe, no por vista. Eso significa que a veces tenemos que arriesgarnos, salir de la barca como lo hizo Pedro, para caminar donde Jesús nos invita. Esta semana estoy hablando de salir de nuestras barcas y algunas cosas que he aprendido en mis años de seguir a Cristo. Piensa sobre esto:

  • La obediencia es más importante para Dios que tu comodidad.

Creo que Dios a veces nos oculta información y nos quita las mantas de seguridad porque nos está enseñando la simple disciplina de obedecer. Si estás tratando de chequear cada detalle antes de salir de la barca, ¡probablemente estarás sentado allí por mucho tiempo! Claro, debemos hacer nuestra debida diligencia y no avanzar tontamente sin hacer planes adecuados. Pero ver cada giro en el camino por delante simplemente nunca sucede con Dios. Él nos muestra suficiente luz para el próximo paso.

La Biblia dice que la Palabra de Dios es lámpara a nuestros pies y lumbrera en nuestro camino. No caminamos a ciegas, pero damos un paso a la vez, cruzando las puertas abiertas incluso cuando no estamos muy seguros de lo que hay al otro lado. Los fanáticos del control tendrán dificultades para caminar por fe, porque requiere que confíes en Dios por completo y entregues el control en sus manos. El Salmo 91 es bueno para el caminante de fe: dice que Dios nos cubrirá y su fidelidad será nuestro escudo y defensa. Citando el versículo 9: “Si dices: “Ya que has hecho del Señor tu refugio, del Altísimo tu lugar de protección, no te sobrevendrá ningún mal ni la enfermedad llegará a tu casa” (Salmo 91:9-10). Cuando sales de la barca, Dios te cubre la espalda.

Y considera esto:

  • A menudo, la voluntad de Dios es que tomemos algunas decisiones.

Tomar decisiones es una manera de crecer y aprender. Entonces, habrá momentos en los que simplemente no tendrás una gran confirmación o dirección emocional, pero te enfrentarás a una decisión que debes tomar, basada en tu conocimiento de las Escrituras y la sabiduría que Dios promete darnos.

Eso significa, por supuesto, que estás tomando un riesgo, el riesgo de que puedas tomar la decisión equivocada. Absolutamente podrías caerte de cara. De hecho, si no te has caído de bruces una o dos veces, supongo que no has hecho mucho. Pedirle a Dios que nos dé señales claras e inequívocas, como Gedeón de antaño, no es un acto de fe. Es una señal de que realmente no queremos caminar por fe; es evidencia de que estamos controlados por nuestros miedos.

Entonces, ¿Dios te está mostrando que quiere que te bajes de la barca? ¿Qué te impide dar el siguiente paso?