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Presentado por Lisa Bishop

Si dieras un paso atrás y notaras algunos de los hábitos de tu vida, ¿qué verías? El otro día me levanté de la cama a la hora habitual de despertarme a las 6 a.m. Durante los últimos años me he disciplinado para levantarme temprano y ahora ni siquiera necesito un despertador. ¡Ese no siempre ha sido el caso! Requirió crear hábitos un día y acción a la vez. También he convertido en mi rutina diaria por la mañana beber un vaso de agua, leer mi Biblia y hacer ejercicio tres o cuatro veces por semana durante 30 minutos. Hacer algo de actividad física por la mañana me ayuda enormemente no sólo físicamente sino también mental y emocionalmente.

Si soy honesta, a veces lo último que quiero hacer es levantarme de la cama y ver un video ejercicios en YouTube. Pero en esos momentos, si hago lo que tengo ganas de hacer en lugar de mantener el rumbo, comprometida con mis objetivos, puede ser fácil para mí abandonar el tren del entrenamiento y faltar a la diligencia necesaria para ser disciplinada.

Al reflexionar sobre tu vida, ¿qué área podría estar sufriendo debido a la falta de disciplina? En otras palabras, ¿qué hábitos te funcionan… o no? Algunos hábitos de tu vida son productivos y beneficiosos y otros son francamente destructivos y pueden desviarte de la persona que quieres ser y de las metas que deseas alcanzar. Por ejemplo, crear el hábito de comer sano y hacer ejercicio puede resultar beneficioso. El hábito de ser reactivo y ofenderse o enojarse fácilmente, no tanto. Las acciones, reacciones y elecciones repetidas se arraigan y se convierten en hábitos, ya sean intencionales o no.

Cuando ejerces disciplina consciente y deliberadamente, te entrenas para establecer los hábitos deseados, que conduzcan a los resultados deseados en tu vida, trabajo y relaciones. Y como seguidor de Jesús, necesitas disciplinarte con la verdad de la Palabra de Dios para que tu carácter sea moldeado y moldeado según Jesús y tu comportamiento refleje su naturaleza divina.

Por ejemplo, ¿tienes la costumbre de perdonar o te aferras al resentimiento? ¿Practicas la humildad o eres orgulloso o jactancioso? ¿Te desanimas fácilmente si alguien tiene un punto de vista u opinión diferente o escuchas y muestras respeto por la otra persona? Cuando una persona hace o dice algo que necesita ser abordado, ¿demuestras valentía y tienes conversaciones directas, o chismeas sobre ella a sus espaldas?

En última instancia, como seguidores de Jesús, debemos llevar una vida disciplinada, apartados de los patrones del mundo. Con ello no sólo cuenta tu prosperidad espiritual, sino también tu testimonio. Si tienes comportamientos que imitan la pecaminosidad del mundo, pierdes tu capacidad espiritual para alcanzar a los demás. En lugar de eso, esfuérzate por ser una señal para Jesús y vive una vida disciplinada. Una vida de santidad que brilla en la oscuridad y contrasta con el comportamiento de la cultura circundante. Al vivir disciplinado y apartado en tu estilo de vida, atraerás la atención hacia Jesús.