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Presentado por Lisa Bishop
Hace unos años recibí una llamada de una amiga. Cuando cogí el teléfono me preguntó si podíamos hablar. Dijo que se había sentido herida por algo que hice y que quería tener una conversación al respecto porque nuestra relación era importante para ella. Admiré el coraje que le tomó llamarme. Habría sido mucho más fácil para ella hacer cocinar el problema o inventar historias sobre lo que pasó en lugar de tomar la iniciativa de compartir su dolor. Continuó describiendo lo que sucedió desde su perspectiva y cómo se sintió. Realmente admiré la forma en que abordó la conversación. Ella no culpó; compartió su experiencia y punto de vista. Ella buscó entablar un diálogo en lugar de probar un punto o ponerme en mi lugar.
Efesios 4:15 dice: “Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo”. La madurez cristiana está marcada por la capacidad de compartir verdades difíciles de una manera amorosa. Y mi amiga hizo esto, lo que condujo a una conversación fructífera. Su actitud era de humildad. Mientras te preparas para abordar una situación de conflicto, las palabras reales y la entrega en medio de la confrontación son clave.
No importa el nivel de dolor u ofensa, aborda la conversación con humildad. Comparte tu perspectiva. Evita culpar. Busca comprender la perspectiva de la otra persona. Escucha.
Si eres tú el que fue herido, da gracia y extiende el perdón. Si tu causaste el daño, reconócelo, discúlpate sinceramente y pide perdón. Deja tu ego en un segundo plano y busca el fruto del Espíritu de paz.
Ya sea que tu seas la parte lesionada u ofensora, buscar el fin del conflicto buscando la armonía y siendo un hacedor de paz es bíblico. Como hijos de Dios estamos llamados a compartir la pasión de Jesús por la paz y la reconciliación. ¿Dónde puedes participar activamente en el conflicto, con el objetivo de derribar los muros que buscan dividir tus relaciones? ¿A quién llamarás esta semana para abordar un conflicto mientras buscas la paz y la reconciliación?