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Presentado por Lisa Bishop

¿Eres un hacedor de paz o un pacificador? Hay una diferencia entre ser un hacedor de paz, buscando activamente la paz en medio del conflicto, y ser un pacificador, evitando el conflicto en un intento de mantener la, a menudo “falsa paz”.

Según la Biblia, no hay nada inherentemente malo en el conflicto. Los desacuerdos suceden. Pero la forma en que resolvemos nuestros conflictos es extremadamente importante. El conflicto puede convertirse en el catalizador de una mayor comprensión, intimidad y profundidad de la relación; o puede traer ira, amargura y relaciones rotas. La forma en que lidias con el conflicto literalmente dará forma a la dirección de tu vida.

Ya sea que se trate de abordar un conflicto con tu supervisor, una discusión con tu tía o no estar de acuerdo con un amigo, la mayoría de nosotros nos sentimos ansiosos, temerosos o al menos incómodos cuando surge un conflicto.

Es importante preguntarte: “¿A qué le tengo miedo?” Para mí, a menudo dudo en inclinarme hacia el conflicto porque tengo miedo de dañar la relación de alguna manera o hacer que la otra persona no me quiera, terminar la amistad o provocar una mayor brecha entre nosotros. Sin embargo, la mayoría de las veces evitar el conflicto solo conduce a una acumulación de dolor y resentimiento y luego lo que más temes termina sucediendo. La distancia crece, la evasión se instala y la relación se desvanece. ¿Así que, qué hacemos? El primer paso a dar es identificar el conflicto. Tómate el tiempo para reflexionar y escribir, “con quién está el conflicto” y, desde tu perspectiva, “¿qué pasó?”

Este también es un momento crítico para ser honesto contigo mismo y reconocer el papel que desempeñaste en el conflicto. Ahora podrías estar diciendo, “todo es su culpa. No hice nada malo.” Pero la mayoría de las veces hay algo que ambas partes deben abordar y apropiarse. Podría ser una actitud o reacción de tu parte que Dios saca a la luz. Como dice el dicho, “para bailar tango se necesitan dos”. Mis versículos favoritos para mostrar humildad e invitar a Dios a arrojar luz sobre mi contribución a una crisis, se encuentran en el Salmo 139:23-24. “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos. Ve si hay en mí camino de perversidad y guíame por el camino eterno.!

Esta postura ante Dios modela un corazón dócil e invita a Dios a usar la situación de conflicto para crecer y santificarte. Tu corazón estará preparado para acercarte a la otra persona con humildad y de una manera que honre a Dios.