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Presentado por Lisa Bishop

¿Alguna vez has experimentado un conflicto en tu lugar de trabajo? Chocar con otra persona es parte de la vida y la verdad es que todos hemos experimentado conflictos, tanto en nuestras relaciones personales como profesionales.

A veces te encuentras en un desacuerdo menor, otras veces el conflicto puede convertirse en una pelea total con un compañero de trabajo o un amigo. Ya sea en el lugar de trabajo o en el hogar, la discordia relacional es parte de la vida. No se trata de “si” tendrás conflicto, sino de “cómo te mostrarás” frente a él.

¿Cómo reaccionas cuando hay un desacuerdo, falta de armonía o tensión en una relación? ¿Ocultas o te retiras y albergas tu dolor? ¿Reaccionas arremetiendo, señalando con el dedo y culpando? Tal vez te muevas a un modo de evasión esperando que el conflicto se resuelva solo. Si bien sabemos que ninguna de estas respuestas es útil, puede ser fácil adoptar comportamientos que no son bíblicos. El miedo, el orgullo o simplemente no saber cómo enfrentar un conflicto de manera saludable, pueden dificultar nuestras relaciones con los demás. Entonces, ¿cuál es la forma de honrar a Dios y construir relaciones para abordar lo que la mayoría de nosotros experimentamos como situaciones de conflicto incómodas?

En el sermón del monte, Jesús nos da consejos y palabras de sabiduría cuando dice: “Bienaventurados los que hacen la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9).

Nota que Jesús dice “los que hacen la paz” y no “los pacificadores”. Esta es una distinción realmente importante. Ser un hacedor de paz implica una postura activa e intencional hacia la búsqueda y creación de la paz. Tomar las acciones necesarias para vivir en armonía con otra persona. Reconocer que hay una ruptura relacional.

El pacificador, por otro lado, a menudo es pasivo e intenta trabajar duro para fingir que nada está mal o nada le molesta para evitar que aumenten las tensiones. Los pacificadores tratan de evitar el conflicto a toda costa. Los hacedores de paz invitan al conflicto necesario y saben que es parte de la vida. Ahora bien, no estoy diciendo que debas provocar conflictos intencionalmente. Estoy diciendo que el conflicto es una parte inevitable de la vida y en lugar de ignorarlo, hay que reconocerlo.

Remarca el conflicto como una forma que puede enriquecer la relación cuando se aborda con amor y se maneja con base en el evangelio. Practica el coraje de enfrentarte al conflicto en lugar de vivir en una tierra de falsa paz.

Y recuerda, las palabras de Jesús, cuando busques la paz, serás bendecido y llamado hijo de Dios.