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Presentado por Julie Busteed

Hemos estado hablando de nuestra identidad. Cómo nos identificamos, cómo nos percibimos. Aquí hay una definición de identidad: es el conjunto de cualidades, creencias, rasgos de personalidad, apariencia o expresiones que caracterizan a una persona.

Desafortunadamente, encontrar tu identidad nunca es tan fácil como buscar la definición. Hay muchos factores que influyen. Por ejemplo, la cultura te dirá cómo lidiar con una crisis de identidad: te aconsejan arraigarte en tus valores fundamentales, ser consciente de tus emociones, crear un plan de bienestar mental, buscar la ayuda de un entrenador y mantenerte optimista sobre el futuro.

Si bien esto puede parecer positivo, en realidad todo depende de ti. Se basa en tu propia fuerza y ​​poder, y eso es abrumador. Pero si tu fundamento es la Palabra de Dios, tienes una fuente confiable y relevante para tu vida hoy.

Si estás en Cristo, eres un seguidor de Cristo, entonces tienes la mente de Cristo (1 Corintios 2:16).

Volviendo al diccionario. Webster define la mente como la parte de la persona que siente, percibe, piensa, desea y razona. Dado que tenemos la mente de Cristo, tenemos el Espíritu Santo. El Espíritu que conoce los pensamientos de Dios, nos enseña, nos guía, nos ayuda a obedecer, nos trae gozo y libertad, produce fruto en nosotros, nos transforma, y ​​la lista continúa. En cada área de nuestra vida, podemos tener la mente de Cristo y comprender las cosas espirituales.

¿Qué sucedería si te propusieras buscar constantemente la mente de Cristo? ¿Qué sucedería si esa se convirtiera en tu identidad?

A medida que continuamos en este camino hacia la realización de nuestra verdadera identidad en Cristo, seremos transformados para ser cada vez más como él. Oro como Pablo por los efesios: