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Presentado por Julie Busteed

¿Alguna vez has deseado ser elegido para algo y que no suceda? Hay muchas oportunidades en la vida en las que podemos ser elegidos. Por ejemplo, de niño, te eligen para un equipo deportivo por tu tamaño y habilidad. Cuando te entrevistan para un trabajo o un ascenso, te evalúan y eligen por tus títulos, tu historial laboral y tu desempeño.

El apóstol Pedro nos dice:

Pero ustedes no son así porque son un pueblo elegido. Son sacerdotes del Rey, una nación santa, posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios, pues él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa. (1 Pedro 2:9).

Somos elegidos por Dios. ¿Alguna vez has intentado comprender esta verdad? No se basa en nada que hayamos hecho. De hecho, él nos eligió antes de la creación del mundo (Efesios 1:4). Somos su tesoro más preciado (Deuteronomio 7:6).

Dios nos acepta, nos elige y nos ama tal como somos. No tienes que preparar tu currículum, una excelente carta de presentación y referencias, ni prepararte para una entrevista. Su elección no se basa en tus éxitos o fracasos pasados. Todo se debe a la gracia salvadora de Cristo y su sacrificio en la cruz.

Siendo elegidos, ¿cómo afecta esto nuestra vida diaria? El apóstol Pablo les dijo a los colosenses:

Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de entrañable compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia (Colosenses 3:12).

Porque somos elegidos por Dios, debemos actuar con compasión hacia todos, incluso hacia quienes nos molestan. Debemos ser amables con las personas, incluso con quienes no nos son amables.

Debemos actuar con humildad y, como dijo C.S. Lewis: «La humildad no es menospreciarse, sino pensar menos en uno mismo». Y también debemos ser amables y pacientes unos con otros. Sean amables con sus palabras a sus compañeros de trabajo. Sean pacientes con sus seres queridos.

Practicar estas cosas —también conocidas como el fruto del Espíritu— no solo honrará a Dios, sino que también hará que otros noten la diferencia en tu vida. Dios te ha elegido. Te está llamando a una relación con él.