Play

La tercera R – Recordar las promesas de Dios.

Nota que a continuación Josafat recuerda las promesas de Dios a los hijos de Israel. Él dice:

“‘Si el mal viniera sobre nosotros, nos presentaremos delante de este templo y delante de ti, porque tu nombre está en este templo. A ti clamaremos en nuestra tribulación, y tú nos escucharás y librarás’.” (2 Crónicas 20:9).

La Biblia tiene promesas allí solo para ti, ¿lo sabías? ¿Has aprendido a acudir a la Palabra de Dios y pedir una promesa cuando te enfrentas a una situación imposible?

Recuerdo cuando comencé este ministerio en una estación en el área de Chicago en 1984. Cuando comenzó a crecer, me asusté; Sabía lo inadecuada e inexperta que era. Y yo realmente quería dar marcha atrás. Pero no podía negar que Dios había abierto las puertas de una manera milagrosa.

Entonces, me senté con mi Biblia y le pedí a Dios que confirmara su llamado con una promesa. De Isaías 50 Dios me dio esta promesa:

“El Señor Soberano me ha dado sus palabras de sabiduría, para que yo sepa consolar a los fatigados… Porque el Señor Soberano me ayuda, no seré avergonzado. Por lo tanto, he puesto el rostro como una piedra,    decidido a hacer su voluntad.  Y sé que no pasaré vergüenza” (Isaías 50: 4a, 7b).

Muchas veces he vuelto a esa promesa y me ha sostenido y fortalecido una y otra vez. ¿Necesitas una promesa de Dios ahora mismo? La encontrarás en su Palabra.

La cuarta R – Replantearle el problema a Dios.

Ahora, Josafat reafirma su problema. El ora:

Ahora mira lo que los ejércitos de Amón, Moab y del monte Seir están haciendo. Tú no permitiste que nuestros antepasados invadieran esas naciones cuando Israel salió de Egipto, así que las rodearon y no las destruyeron. ¡Mira cómo nos pagan ahora, porque han venido para echarnos de tu tierra, la cual nos diste como herencia! Oh Dios nuestro, ¿no los vas a detener? Somos impotentes ante este ejército poderoso que está a punto de atacarnos” (2 Crónicas 20:10-12a).

La secuencia es extremadamente importante. Vuelve a plantear el problema después de haber recitado quién es Dios, recordado lo que ha hecho y recordado las promesas que te hizo. Entonces estarás listo para enfocarte en el problema porque estarás centrado en Dios en lugar de estar centrado en ti mismo.