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Presentado por Lauren Stibgen
¿Consideras la paciencia como algo pasivo? La paciencia es todo menos un comportamiento pasivo. De hecho, la paciencia es poderosa. Recordar el poder de Dios, su paciencia y el hecho de que estamos hechos a su imagen puede ayudarnos a repensar este atributo.
En nuestra sociedad, la paciencia a menudo se percibe como algo silencioso, tímido y, como mencioné hace un momento, pasivo. Experimentamos esta sensación de espera, una especie de pausa. Esta espera, paciencia y pausa pueden darnos el espacio que necesitamos, para avanzar de maneras que otros no ven, hasta el momento de actuar.
Con paciencia se convence al gobernante. ¡La lengua amable quebranta hasta los huesos! (Proverbios 25:15).
Piensa en el arte de la persuasión. Lo escuchamos mucho en los negocios. La persuasión se define como la acción o el hecho de persuadir a alguien o de ser persuadido a hacer o creer algo mediante la razón o el argumento.
La persuasión no es rápida. Requiere paciencia. Paciencia para comprender las objeciones de alguien a lo que intentas hacerle creer, paciencia para prepararte para presentar tu idea o solución, paciencia para lograr que la otra parte esté dispuesta a reunirse contigo, paciencia para reunirte en más de una ocasión. Podría seguir con esta lista.
Resistir la tentación de decir con impaciencia lo que quieres, por qué tu método es mejor, por qué tu empresa debería ganar una licitación o por qué lo que quieres o necesitas es imperativo. Puede marcar la diferencia entre ganar o perder.
La paciencia escucha. La paciencia se aleja y piensa. La paciencia no es argumentativa. En Proverbios 25:15, leemos que la lengua blanda quebranta un hueso. Para mí, esto se siente como palabras bien pensadas y pacientes. Palabras planeadas con antelación, no apresuradas ni duras. Palabras que consideran el punto de vista de la otra persona. En última instancia, este enfoque suave puede quebrar a alguien que tiene una opinión arraigada.
Nuestro objetivo al usar el fruto del Espíritu de paciencia con persuasión y una lengua suave debería ser más compartir el evangelio que tener éxito en nuestro trabajo, negocio o carrera. ¡Nuestra mayor victoria es ver a alguien conocer el poder salvador de Jesús!