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¿Alguna vez has trabajado con alguien que era arrogante? ¿Una persona que intentaba decirte qué hacer y tenía delirios de grandeza? Uno de los muchos propósitos de las relaciones difíciles es enseñarnos lecciones importantes y necesarias, y la humildad es ciertamente una lección importante que podemos aprender a través de un compañero de trabajo arrogante.

El principio de “humillarse”

En Lucas 14:11 Jesús dice: “Pues aquellos que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan a sí mismos serán exaltados”.

Y en 1 Pedro 5:6 leemos: “Así que humíllense ante el gran poder de Dios y, a su debido tiempo, él los levantará con honor”.

¿Has aprendido a buscar oportunidades para humillarte? Ahora bien, no me refiero a la falsa humildad, como menospreciarse, negarse a aceptar un cumplido, o caminar con la cabeza gacha y tratar de parecer humilde. Pero casi todos los días encontraremos oportunidades para humillarnos. Por ejemplo, si trabajas con este compañero de trabajo mandón, es una lección de humildad mantener la boca cerrada y no decirle nada. Es humillante aceptar la sugerencia de esa persona.

Empecé a pedirle a Dios que me mostrara cuándo y cómo humillarme. Es una buena oración y te la recomiendo. Descubrí que no insistir en mis “derechos” era una forma clave de humillarme; no hablar de mí o de mis logros era otra. No tener que tener la última palabra es una buena forma de humillarte.

Pero no perdamos de vista las promesas que se nos dan cuando verdaderamente estamos dispuestos a humillarnos. Seremos levantados y seremos exaltados. Nota que Pedro dijo que seremos levantados “a su debido tiempo”. Probablemente no sea tan pronto como te gustaría que fuera, pero será en el momento adecuado después de que hayas aprendido la valiosa lección de humillarte a tí mismo.

Entonces, si tienes una persona difícil con quien tratar, que es arrogante o te trata de manera condescendiente, pídele a Dios que te muestre cuándo debes humillarte con esa persona. Te sorprenderás de la bendición que te traerá cuando practiques este principio de “humillarse”. ¡Y humillarte a tí mismo es mucho más fácil que tener que ser humillado!