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Estoy echando un vistazo a algunos principios bíblicos que nos dan orientación cuando tenemos que lidiar con una relación difícil, como un compañero de trabajo que es vago, que no coopera o que es negativo, por nombrar algunos.

El principio de “decir la verdad en amor”

Efesios 4:14 y 15 nos da un principio muy importante:

Entonces ya no seremos inmaduros como los niños. No seremos arrastrados de un lado a otro ni empujados por cualquier corriente de nuevas enseñanzas. No nos dejaremos llevar por personas que intenten engañarnos con mentiras tan hábiles que parezcan la verdad. 15 En cambio, hablaremos la verdad con amor y así creceremos en todo sentido hasta parecernos más y más a Cristo, quien es la cabeza de su cuerpo, que es la iglesia.

A veces, decir la verdad a las personas es el papel que se nos pide que desempeñemos en sus vidas para ayudarlos a crecer. Por supuesto, la palabra operativa aquí es “amor”. ¿Alguna vez has dicho la verdad con prisa o con ira? A menudo, la verdad se dice con odio y venganza. La verdad se puede decir con malicia o a la defensiva.

Verás, la verdad a menudo puede ser muy dolorosa. Cuando lo hablamos con algo que no sea amor, podemos abrir una puerta que nunca debería abrirse y causar una grieta en una relación que tal vez nunca se sane.

¿Cuál te describiría mejor?

  • ¿Dirías que tienes dificultad para decir la verdad en amor incluso cuando sabes que deberías hacerlo? Si es así, ¿es porque odias las confrontaciones o temes el rechazo o las repercusiones? O quizás te sientas culpable porque sabes que tú tampoco eres perfecto.
  • ¿O dirías que dices la verdad con demasiada libertad y, a menudo, sin compasión ni previsión?

Al practicar este principio bíblico de decir la verdad en amor, debes tener mucho cuidado. Las palabras son muy poderosas y necesitan bañarse en oración. Tu motivación debe ser examinada cuidadosamente para asegurarte de que estás diciendo la verdad en amor por la razón correcta, en el momento correcto.

Sin embargo, recuerda que decir la verdad en amor es un principio bíblico, y cuando Dios te pone en una posición en la que debes hacer precisamente eso, no hacerlo es robarle a esa persona la oportunidad de volverse más maduro.