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¿Sabías que se supone que los cristianos son guerreros? Bueno, la verdad es que estamos en una batalla diaria y tenemos un oponente experto: Satanás.

En Efesios 6 se nos dice que nos pongamos la armadura de Dios, la primera pieza de esa armadura fue el cinturón de la verdad. El siguiente es la coraza de justicia (Efesios 6:14). Esto está diseñado para proteger un área de extrema vulnerabilidad, nuestros corazones, nuestros sentimientos y emociones.

Una forma en que Satanás ataca nuestros corazones es diciéndonos que somos un completo fracaso y, por lo tanto, nunca podremos ser dignos ni hacer nada para Dios. Sabemos por Apocalipsis 12:10 que Satanás es nuestro acusador, y muchas veces logra convencer a los cristianos de que no valen nada porque no tienen justicia propia. Le encanta sacar a relucir tu pecado pasado y mantenerte atascado en tu pasado, herido en tu corazón.

Si bien es cierto que somos indignos por nosotros mismos, lo que Satanás no quiere que descubramos es que tenemos la justicia de Jesucristo a nuestra disposición para usarla como coraza. Ese es el secreto: usamos la justicia de Jesucristo, no la nuestra.

Soy un gran creyente en responderle a nuestro enemigo, para recordarle a él y a nosotros mismos que él es verdaderamente impotente sobre nosotros. Si recuerdas, así derrotó Jesús a Satanás cuando fue tentado (Lucas 4:1-13). Entonces, cuando el enemigo comience a atacarte, contesta y usa la Palabra de Dios. Di: “Espera un minuto; no debes saber con quién estás hablando. Soy un hijo de Dios; tengo la justicia de Jesucristo como mi coraza. Por lo tanto, no importa lo que digas de mí, estas equivocado. Soy una persona nueva y ya no puedes vencerme.

Inténtalo. Ponte la coraza de justicia antes de salir de casa todos los días, y durante todo el día recuerda responderle a tu enemigo cuando intente destruirte a través de acusaciones.