Play

¡Feliz Navidad! Quizás te estás reuniendo con tu familia para abrir regalos y comer comida deliciosa, o tal vez es un día tranquilo para ti. Independientemente de cómo estés celebrando hoy, el equipo de The Christian Working Woman está aquí para desearte un día bendecido. Solo queremos enviarte palabras de alegría, recordándonos a todos, el milagro que estamos celebrando hoy.

Comenzaré con este pasaje del Magníficat de María, las asombrosas palabras que pronunció cuando visitó a su prima Isabel. Aquí está ella, una mujer muy joven que dará a luz al Hijo de Dios, y dijo:

«Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque se ha dignado fijarse en su humilde sierva. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,  porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí. ¡Santo es su nombre! (Lucas 1:46-49).

He aquí un pasaje conocido del profeta Isaías:

Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros y se le darán estos nombres: Consejero Admirable, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Se extenderán su soberanía y su paz y no tendrán fin. Gobernará sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo y sostenerlo con justicia y rectitud desde ahora y para siempre. Esto lo llevará a cabo el celo del Señor de los Ejércitos. (Isaías 9:6-7).

Y el apóstol Pablo dijo esto:

Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse. En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre, se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales. Por lo tanto, Dios lo elevó al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres para que, ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua declare que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios Padre. (Filipenses 2:6-11).

Recuerda: el Salvador del mundo, que vino a sacrificarse por nosotros, te ama profundamente.

Permíteme cerrar con este recordatorio de que lo que verdaderamente estamos celebrando hoy y es que Jesús es nuestra salvación:

Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado, para que nosotros pudiéramos estar en una relación correcta con Dios por medio de Cristo (2 Corintios 5:21).

¡Feliz Navidad!