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Presentado por Julie Busteed
Permanecer en Jesús —permanecer con él— es una práctica diaria y activa. El apóstol Juan escribe: «En esto sabemos que estamos en él: el que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo» (1 Juan 2:5b-6).
¿Cómo podemos tú y yo andar como Jesús anduvo? Al leer los Evangelios, vemos con qué frecuencia se retiraba para pasar tiempo a solas con el Padre —en una montaña, en un lugar tranquilo, lejos de las multitudes— para orar, escuchar y discernir la voluntad de Dios.
Estamos llamados a hacer lo mismo. Mantenernos conectados a la vid es esencial para nuestra vida. Así como los sarmientos reciben un flujo continuo de nutrientes de la vid, nosotros recibimos fuerza, sabiduría, amor y alegría de Cristo. La conexión es vital: separados de la vid, los sarmientos se marchitan y no pueden dar fruto. Del mismo modo, separados de Jesús, no podemos prosperar ni producir fruto duradero.
Jesús promete que quienes permanecen en él darán mucho fruto. Este fruto se manifiesta en nuestro carácter: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio. Se manifiesta en nuestras relaciones, en nuestro trabajo, en nuestra capacidad de perdonar, en nuestro deseo de servir y en el gozo y la fortaleza que recibimos de Cristo mismo. Permanecer en él produce una vida que refleja a Jesús.
Jesús también promete gozo. No una felicidad superficial que depende de las circunstancias, sino su propio gozo, depositado en nosotros: una alegría firme y estable que no se ve afectada por lo que sucede a nuestro alrededor.
Pero Jesús también habla con honestidad sobre las consecuencias de no permanecer en él. El dice, Si alguien no permanece en mí, es echado fuera como rama y se seca. Y las recogen y las echan en el fuego, y son quemadas. (Juan 15:6). Los sarmientos que se desconectan de la vid no pueden dar fruto. Se marchitan. Se secan. Pierden la vida y el alimento que solo proviene de permanecer conectados a la vid. Jesús no amenaza a sus discípulos; les advierte con amor. Conoce las presiones que enfrentarán. Sabe lo fácil que es desviarse, intentar vivir la vida cristiana con nuestras propias fuerzas, confiar en nuestra propia sabiduría o estancarse espiritualmente. Sin él, dice, nada pueden hacer.
Esto no pretende desanimarnos, sino acercarnos a la fuente de vida. Jesús quiere que sus discípulos, y nosotros hoy, entendamos que permanecer cerca de él no es opcional para una vida fructífera; es esencial.
