Play

Presentado por Lauren Stibgen

Al terminar de hablar sobre algunas de las maneras mundanas en que intentamos calmar nuestra ansiedad y que normalmente no funcionan, quiero abordar la delgada línea entre hablar con un amigo y chismear. Admito que, a veces, hablar con un amigo cercano sobre algo que te causa ansiedad es útil. ¿Te sientes alguna vez como este versículo?

No se dejen engañar por los que dicen semejantes cosas, porque «las malas compañías corrompen el buen carácter» (1 Corintios 15:33).

Últimamente soy muy selectiva con respecto a en quién busco consejo. Ante todo, busco a otros seguidores de Cristo. Hoy vi una nota que decía: «El mejor amigo es aquel que ora». Buscar este tipo de comunidad es esencial para mantenernos cerca de nuestro pacificador Jesús.

Después de todo, la Biblia nos dice que:

Los necios creen que su propio camino es el correcto, pero los sabios prestan atención a otros. (Proverbios 12:15).

Quiero asegurarme de que el consejo que busco se base en la verdad bíblica. Proverbios 15:22 afirma: “ Los planes fracasan por falta de consejo; muchos consejeros traen éxito”.

He dedicado tiempo a concentrarme en cómo construir este grupo de consejeros y amigos queridos con los que puedo contar cuando necesito que me escuchen.

Discernir cuidadosamente cómo supero algunas de las cosas que me causan ansiedad también puede ser importante. Quiero ser consciente de que mi conversación no se convierta en chisme. Las amistades y las relaciones compartidas a veces pueden herir sentimientos. Si alguna vez necesito consejo dentro de un grupo de amigos compartidos, siempre me aseguro de buscarlo fuera de ese grupo. Cuando te encuentres mencionando nombres y mencionando cosas que tal vez no sean amables, asegúrate de que tus intenciones sean las correctas. ¿Hablas de ello solo para desahogarte o chismear, o buscas un consejo sabio que te ayude a superar este factor estresante?

Volviendo a la frase: “El mejor amigo es un amigo que ora”. Otra que quizás hayas escuchado es: “¿Has orado al respecto tanto como has hablado de ello?”. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias (Filipenses 4:6).

Contar con un confidente que ore contigo por lo que te preocupa puede ser de gran ayuda.