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Jesús nos enseñó a orar y, por lo tanto, debemos orar como él nos enseñó. Eso tiene sentido para mí, ¿ para ti tambien?

Hemos visto los dos primeros componentes del Padrenuestro:

  • Alabanza: “Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”
  • Promesa: “Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.

Entonces llegamos a:

  • Petición: ” Danos hoy nuestro pan de cada día”

Se nos dice una y otra vez en las Escrituras que llevemos nuestras peticiones a Dios, que echemos nuestras cargas sobre él, que le digamos lo que necesitamos, que llamemos, busquemos y pidamos. Él es nuestro Padre Celestial, y ama que le pidamos. Ese tiempo de petición debe incluir nuestras propias necesidades y las de muchos otros. Necesitamos pasar mucho tiempo en la petición de intercesión, orando por las necesidades de los demás.

Luego necesitamos un tiempo de penitencia:

  • Penitencia: “Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

Durante la confesión necesitamos ser muy específicos y muy honestos con Dios. No puedes ocultarle nada de todos modos, así que es mucho mejor sacar todos tus trapos sucios al aire libre, confesar tus pecados, nombrarlos uno por uno y encontrar su maravilloso perdón y limpieza. Y cuando pedimos perdón, tenemos que estar dispuestos a extender el perdón a aquellos que nos han agraviado.

Entonces Jesús cerró su modelo de oración con una:

  • Súplica: “Y no nos dejes caer en tentación, más líbranos del mal”.

Seguramente necesitamos invocar y suplicar la protección de Dios del mal, que nos rodea todos los días de nuestras vidas. Necesitamos ponernos la armadura de Dios para poder estar firmes contra el maligno, y orar para que Dios nos ayude a resistir a Satanás y todas sus tentaciones.

Entonces, esas cinco palabras describen lo que la oración debe contener para orar de la manera que Jesús nos enseñó: siempre debes comenzar con la alabanza, luego nuestra promesa a Dios, luego presentarle nuestras peticiones, venir con un corazón arrepentido por nuestros pecados y suplicar por su protección.

No estoy segura de que la secuencia sea esencial, excepto que comenzar y terminar con alabanzas siempre es bueno. Pero tu tiempo de oración debe cubrir estas cinco áreas porque así es como Jesús nos enseñó a orar.