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Los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar, y él lo hizo. Obviamente, si ellos necesitaban aprender, nosotros también. Entonces, estoy compartiendo algunos pensamientos sobre cómo estructurar tu tiempo de oración, para una oración más efectiva.

Aquí están mis simples sugerencias de primeros pasos para inscribirte en la clase de Oración 101:

  1. Primero, seguir el modelo que Jesús nos dio para la oración. Lo encontrarás en Mateo 6 y Lucas 11. Brevemente, el Padrenuestro nos enseña que la oración debe contener:
  • Alabanza: “Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”
  • Promesa: “Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.
  • Petición: “Danos hoy nuestro pan de cada día”
  • Penitencia: “Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
  • Súplica: “Y no nos dejes caer en tentación, más líbranos del mal”.

Veamos cada uno de ellos brevemente.

La alabanza es esencial para una vida de oración efectiva. Cada sesión de oración debe comenzar con alabanza, como Jesús nos enseñó a hacer. Una gran parte de tu tiempo de oración debe dedicarse a la alabanza, porque así es como rediriges tus pensamientos a Dios y los quitas de ti mismo. Créeme, ese es un paso muy importante para tener un tiempo significativo de oración.

Alaba a Dios por quien es, recitando sus atributos y características. Alabalo por lo que ha hecho, recordando sus muchos beneficios para contigo. Alabado sea el Dios Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Deja que tu mente y tu corazón moren en la naturaleza de Dios hasta que tu mente se llene de Dios.

Entonces estarás preparado para comprometerte con el Dios de la creación y encomendar tu vida a su control. Me resulta muy útil orar en respuesta a los versículos de las Escrituras que he escrito en mi diario de oración, versículos de dedicación y compromiso. Por ejemplo, Romanos 12:1 y 2 se puede orar como una dedicación de tu cuerpo como sacrificio vivo. Es tu promesa a Dios que le estás dando el control para el día que viene.

Durante este tiempo de compromiso, estás pidiendo que se haga la voluntad de Dios en tu vida y dándole permiso a Dios para que escriba la agenda de tu vida y de tu día. Es una promesa entre tú y Dios.