No hagas nada; ¡quédate ahí! ¿Acaso estoy promoviendo la ociosidad y la pereza? Ni por un segundo. Debemos estar ocupados en la obra del Señor, haciendo todo lo que hacemos con excelencia y asegurándonos de ser buenos administradores de nuestro tiempo y energía. Pero también debemos aprender este importante principio bíblico de permanecer quietos.

Samuel lo expresó muy bien en su discurso de despedida cuando dijo: «Quédense quietos y vean esta gran cosa que el Señor está a punto de hacer ante sus ojos». No solo es importante que nos quedemos quietos y dejemos de intentar hacer la obra de Dios, sino también que fijemos nuestra mirada en el Señor con expectación.

¿Dónde está tu mirada hoy? ¿En tus problemas? ¿En los enemigos que ves a tu alrededor? ¿En las tragedias y horrores que imaginas? Si mantienes la vista fija en esas cosas, no podrás permanecer quieto. Recuerda, Dios está obrando mientras estás quieto, incluso si no puedes ver lo que está haciendo, y normalmente no puedes. Concentra tu mente en el Señor, alábalo con anticipación por lo que hará en tu situación y reafírmale que confías lo suficiente en él como para permanecer tranquilo.

¿Estás permitiendo que tus pensamientos se descontrolen, pensando en cosas que no están permitidas? Recuerda Filipenses 4:8: Se nos permite pensar en cosas verdaderas, nobles, justas, puras, amables, admirables, excelentes y de buen nombre. Cuando empiezo a pensar en cosas malas o desagradables, quiero actuar de inmediato y resolver el problema. Claro que el problema es que no puedo resolverlo, y cuando me adelanto a Dios, solo empeoro las cosas.

Quédate tranquilo, y mientras lo estés, mantén tus pensamientos enfocados en el Señor y espera que él haga algo grandioso por ti. Dile a la gente que esperas que algo grandioso suceda. Sé alegre y ofrece sacrificios de alabanza, alabando a Dios cuando no veas ninguna razón para hacerlo en ese momento. Si buscas la respuesta de Dios y te apartas, él hará algo grandioso por ti. Puede que no llegue como lo pediste, pero créeme, llegará.

La fe agrada a Dios, así que cuando por fe nos mantenemos firmes y esperamos que él obre a nuestro favor, le agradamos muchísimo. No hagas nada; simplemente quédate ahí. Deja que Dios pelee tus batallas por ti. Sí, debes estar presente en el campo de batalla, pero no tienes que luchar. Él es tu armadura; es tu poderoso libertador; es tu protección; es tu victoria. Ahora quédate quieto y ve la gran cosa que el SEÑOR hará ante tus ojos». Reclama 1 Samuel 12:16 como tuyo hoy y aprende a confiar en él mientras te mantienes firme.