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Vemos en Lucas 8 que María Magdalena, Juana, Susana y muchas otras mujeres rompieron los moldes de su época para seguir a Jesucristo, apoyarlo y testificar de su poder en sus vidas.

Sí, estas mujeres empujaron las restricciones, excedieron los límites, ignoraron la tradición. Sin duda, deben haber recibido muchas miradas divertidas y tal vez algunos sermones fuertes de otras personas que pensaron que habían sobrepasado sus límites mientras viajaban siguiendo a Jesús y apoyando su ministerio. Pero no creo que les importara lo que pensara la gente.

Verás, estaban rompiendo el molde, pero no para decir que habían roto el molde. No estaban tratando de abrir nuevos caminos para las mujeres, ni se estaban rebelando contra el trato injusto.

Eran mujeres impulsadas, pero no por el deseo de mostrarle a la gente lo que podían hacer las mujeres. Las impulsaba un amor feroz y un compromiso con el Hombre que había cambiado sus vidas: el Mesías que había venido a liberarlas de su esclavitud. Y simplemente no podían permitir que los moldes tradicionales les impidieran compartir esa verdad.

Creo que este ejemplo que nos han dejado estas mujeres tan insólitas nos da una pauta a seguir como mujeres en el mundo de hoy. ¿Podemos, debemos, ser rompedoras de moldes? El principio guía es que cuando una tradición o un molde inhibe nuestra capacidad de compartir a Jesucristo, de seguirlo de maneras nuevas y eficaces, lo correcto es romper el molde.

Ahora, comprende que no estoy hablando de romper los principios de las escrituras, sino de las cajas en las que la gente a veces nos pone porque somos mujeres, las limitaciones que nos imponemos debido a los roles femeninos tradicionales.

A veces usamos nuestros roles femeninos como una excusa para no entrar en nuestros mundos con el Evangelio. Se convierten en las faldas detrás de las cuales nos escondemos, nuestras racionalizaciones para no arriesgarnos a servir al Señor de maneras nuevas y significativas.

¿Y tu? Lista para romper algunos moldes. Mira a estas mujeres en Lucas 8 y pídele a Dios que te dé la sabiduría y el coraje para saber cuándo romper con lo que es un “comportamiento aceptable” hacia un nuevo territorio para seguirlo más perfectamente.