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No hace mucho me presentaron un nuevo término: el ministerio de la presencia. Una pareja joven de nuestra iglesia había comenzado un ministerio para las personas sin hogar que encuentran en las calles de Chicago cerca de donde viven. Comenzó simplemente acercándose a uno o dos, hablando con ellos, invitándolos a la iglesia, ofreciéndoles el almuerzo dominical, y creció hasta llegar a más de 60 personas sin hogar a las que servían cada fin de semana.

Me encanta su historia porque es un ejemplo muy claro de lo que Jesús haría. Jesús vería las necesidades en su puerta, como lo hicieron Justin y Tara, y comenzaría a ayudarlos en todo lo que pudiera. Al contarnos su historia, Justin dijo que ha llegado a comprender lo que significa El Ministerio de la Presencia. Se acostumbró a invitar a uno de sus amigos sin hogar a hacer recados con él, cuando era posible, lo cual hizo un día. Mientras hacían la ronda ese día, el vagabundo le dijo: “Toda mi vida me han dicho que no valgo ni sirvo, pero ya no lo creo”. Justin le preguntó por qué y él dijo: “Porque si yo no valiera nada, tú no saldrías conmigo”.

La voluntad de Justin de simplemente estar con este hombre le dio una nueva comprensión de su valor como persona. Justin continuó diciendo que lo que las personas sin hogar necesitan más que cualquier otra cosa no es dinero ni comida, sino una relación: alguien que simplemente esté con ellos y se preocupe por ellos.

Sabes, eso es cierto para la mayoría de nosotros, ¿no? Tú y yo necesitamos otras personas en nuestras vidas sólo para validar nuestro valor. ¿Te imaginas cómo te sentirías si creyeras que otras personas no quieren estar contigo? El Ministerio de la presencia es real, y es precisamente lo que Jesús haría, lo que hizo cuando estuvo en la tierra. Piensa en las muchas historias de los Evangelios en las que Jesús simplemente “salía” con personas, algunas de las cuales eran consideradas indeseables. Estaban Zaqueo y María Magdalena y la mujer que lo ungió con aceite, por mencionar sólo algunos.

Este es un ministerio que puedes abrazar: el ministerio de la presencia. Tú y yo podemos simplemente elegir estar presentes en la vida de las personas que necesitan saber que son amadas por nosotros y por Dios. No tienes que predicar ni enseñar ni resolver sus problemas; sólo necesitas estar ahí para ellos y luego ver lo que Dios hará a través de ti.