Play

En una escala del uno al diez, ¿cómo mediría su madurez espiritual? Hasta donde yo sé, no hay escalas para medir la madurez espiritual, pero hay indicadores bíblicos que pueden decirnos si estamos creciendo en Cristo como deberíamos.

En Filipenses 3, Pablo habla de su propio proceso de crecimiento, diciendo: “No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí.”. (versículo 12). Llegar a ser maduro en Cristo es un proceso, y debemos ser intencionales para seguir adelante. El Apóstol dice entonces: “olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús. . .” (3:13b-14).

Nota que él sigue hablando de seguir adelante, nunca darse por vencido, siempre esforzándose por ser todo lo que Dios le ha creado para ser en Cristo Jesús. Creo que una de las señales seguras de nuestra madurez espiritual es si seguimos adelante o no, para dejar atrás nuestro pasado y buscar la meta: las buenas obras para las que Dios nos creó.

Al enemigo de tu alma le encantaría mantenerte sumido en tu pasado. Si él puede abrumarte con arrepentimientos, malos recuerdos, amargura, ira, cualquiera o todos ellos, mientras piensas en tu pasado, entonces sabe que nunca crecerás. Ya sea que tu pasado esté lleno de tus propias decisiones equivocadas y sus consecuencias, o de trato injusto o abuso de algún tipo, vivir en el pasado te paralizará y tu crecimiento espiritual se verá atrofiado.

En Isaías 43 el Señor dice: “Pero olvida todo eso; no es nada comparado con lo que voy a hacer. Pues estoy a punto de hacer algo nuevo. ¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves? Haré un camino a través del desierto; crearé ríos en la tierra árida y baldía” (18-19). Morar en el pasado hace que nos perdamos de las cosas nuevas que Dios tiene para nosotros, y entonces nos quedamos atrapados en nuestros desiertos y tierras baldías, sin llegar nunca a alcanzar la plenitud de lo que Jesús murió para darnos.

Si tu pasado te tiene atascado, oro para que sigas adelante, y con la ayuda de Dios, dejes atrás ese pasado, para que puedas percibir el camino que Dios está haciendo para ti.