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A medida que cerramos este año 2022, podría ser útil si midiéramos nuestra fe para ver qué tan madura está. Entonces, quiero sugerir algunas formas bíblicas en las que puedes medir tu madurez y averiguar si estás creciendo en Cristo como te gustaría.

Nuestros cuerpos maduran en nosotros, nos guste o no, pero la madurez espiritual no es algo que simplemente suceda. Tenemos que ser intencionales acerca de crecer espiritualmente, ser más maduros. Entonces, si pudiéramos medir la madurez espiritual, ¿cómo la medirías?

A veces decimos de los niños que “está grande para su edad”, lo que significa que su estatura física es más grande que la de la mayoría de los niños de su edad. ¿Alguien podría decir eso de nuestra estatua espiritual? ¿Eres grande para tu edad espiritual? ¿O tu crecimiento está atrofiado?

Cuando reconocemos que nuestro hijo no es todo lo maduro que debería ser en alguna área, acudimos a un especialista y tratamos de averiguar por qué nuestro hijo es más pequeño de lo que debería ser, o más lento, o menos activo. ¿No crees que deberíamos ser igualmente sensibles a nuestra propia madurez espiritual y reconocer las áreas en las que necesitamos “crecer”?

Una forma de saber cuánto has crecido en tu camino de fe es prestar atención a lo que sale de tu boca: medir tus palabras. El libro de Proverbios tiene muchos buenos consejos sobre cómo controlar nuestra lengua, y en el capítulo 17 nos da una medida clara de nuestra madurez:

El verdadero sabio emplea pocas palabras; la persona con entendimiento es serena.  Hasta los necios pasan por sabios si permanecen callados; parecen inteligentes cuando mantienen la boca cerrada. (Proverbios 17:27-28).

Mide tu madurez por si estás o no restringiéndote en lo que dices. Eso simplemente significa que piensas antes de hablar; te preguntas, “¿Cómo me sentiría si alguien me dijera eso?” Así consideras si necesitas decirlo o no. Recuerdas Efesios 4:29, que dice que nada malo salga de tu boca, y por lo tanto que uses las palabras con moderación.

Esta es una de las medidas más importantes de madurez, porque hasta que aprendemos a controlar nuestra lengua, permanecemos en esa etapa inmadura, no estamos donde deberíamos estar y necesitamos comenzar a crecer. Conviértelo en una cuestión de oración y pídele a Dios que te ayude a controlar tu lengua.