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¿Alguna vez has sido “pasado por alto” para un ascenso o un aumento que sabías que merecías? Si eso te ha sucedido alguna vez, no hace falta que te diga lo desalentador que puede ser no recibir crédito por tus contribuciones en el trabajo. Y, sin embargo, estas cosas suceden todo el tiempo.

Vivimos y trabajamos en un mundo que no es ni justo ni amable. Eso es porque el mundo está lleno de personas que tienen un problema de pecado, ¡incluyéndonos a nosotros! Y ese problema de pecado crea injusticias de todo tipo.

La injusticia es uno de mis obstáculos más difíciles. Siempre quiero luchar cuando creo que se están violando mis derechos o los de otra persona. Como puedes imaginar, esta tendencia me ha metido en problemas y creado otros tantos en mi vida laboral.

Pablo escribió a los Efesios:

“Sirvan de buena gana, como quien sirve al Señor y no a los hombres, sabiendo que el Señor recompensará a cada uno por el bien que haya hecho, sea esclavo o sea libre.” (Efesios 6:7-8).

Debo recordarme a mí misma que si sirvo de todo corazón como para el Señor, los reconocimientos y las recompensas llegarán a su debido tiempo.

Como cristianos, recogemos nuestro sueldo en nuestro trabajo, pero nuestro verdadero trabajo es agradar al Señor y trabajar para él. Nuestra recompensa nos espera en el cielo, pero ahora también podemos cosechar los beneficios. ¡Imagínate cómo tu nivel de estrés disminuirá a medida que los pensamientos de venganza y descontento sean reemplazados por una tranquila satisfacción por un trabajo bien hecho y por saber que Jesús está complacido contigo!

Entonces, mi desafío para todos nosotros es recordar durante todo el día que le reportamos a Jesús, y él recompensará a sus “buenos y fieles servidores”.