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He señalado que los seguidores de Cristo nunca deben ser parte de este movimiento negativo. Aunque nuestra fe a menudo es difamada o irrespetada, debemos responder a quienes insisten en ser ofendidos de una manera compasiva y gentil.
Jesús dijo a sus discípulos: “Todas las naciones los odiarán a ustedes por ser mis seguidores, pero todo el que se mantenga firme hasta el fin será salvo.” (Mateo 10:22). Ese fue su desafío para nosotros cuando nos sentimos ofendidos: permanecer firmes hasta el fin. Necesitamos estar preparados para procesar lenguaje ofensivo, dañino e hiriente sin responder de la misma manera.
Sentirse ofendido es una elección. Tú eliges si permitirás o no que alguien o algo te ofenda porque es un sentimiento y tienes el poder de aceptarlo o rechazarlo. Recuerda nuestro versículo clave de Proverbios 19: 11: se gana el respeto pasando por alto las ofensas. Y también nos libera de la autocompasión, la ira y todo tipo de dolor innecesario cuando pasamos por alto una ofensa.
Entonces, como seguidor de Cristo, ¿qué puedes hacer cuando te sientes ofendido para lidiar con esos malos sentimientos, porque no hay duda de que esos sentimientos surgen? Lloriquear o quejarse es ciertamente inútil y empeora las cosas. Hablar de cómo te has sentido ofendido con personas de ideas afines no resolverá nada, ¿verdad? Lo interesante es que, cuando tu o yo estamos ofendidos, nos gusta revolcarnos en esos sentimientos hirientes; nos gusta sentir lástima por nosotros mismos, aunque es un lugar miserable para estar.
Romanos 12:18 dice: “Si es posible, en la medida en que dependa de ti, vive en paz con todos”. Me parece que eso significaría callarnos la lengua en aquellos puntos en los que podemos sentirnos ofendidos, y cuando sentimos que es necesario responder, hacerlo de manera amable y amorosa. Puedes ser la voz de la paz y la sanación en tu mundo, incluso en medio de una cultura ofendida.