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Ya sea en nuestros trabajos, en nuestros hogares o incluso en nuestras iglesias, a menudo encontramos que es necesario tratar con tipos de personas difíciles.
El llorón
Parece que hay algunas personas a las que les gusta lloriquear, ¿lo has notado? Repetirán su problema una y otra vez, incluso después de que se haya resuelto. Y tan pronto como se resuelve la queja actual, parece que tienen otra esperando entre bastidores. A menudo se quejan de problemas para los que no hay soluciones.
Al tratar con este tipo de personas, debes asumir un enfoque más empresarial. Mientras hablas de una manera amable, no le des demasiada importancia a la empatía o la simpatía, sino sigue repitiendo los hechos. Debes estar preparado para ser, si es necesario, un “disco rayado” como este:
“Entiendo, pero como dije, estaré encantado de enviarle una copia del contrato …”
“Sí, me doy cuenta de que ha sido frustrante, pero como dije, estaremos encantados de cambiar nuestros registros …”
“Sé que esto no ha sido fácil para usted, pero como dije, intentaré asegurarme de que no vuelva a suceder”.
¡Incluso puede que tengas que interrumpir a un llorón si no toma aire! Además, puede ser efectivo “devolver la pelota a su cancha”, por así decirlo:
“Bueno, no estoy seguro de lo que querría que hiciera. ¿Cómo puedo ayudarle con esto?”
“Me encantaría poder ayudarle; ¿qué le gustaría que hiciera?”
¡Esto al menos te lleva a la “etapa de solución” en la que los obligas a verbalizar una solución o a admitir que no hay ninguna!
La persona equivocada
Cuando se trata de alguien que piensa que está absoluta y positivamente en lo cierto, pero en cambio está absoluta y positivamente equivocado, debes utilizar mucha diplomacia. Necesitarás encontrar una especie de palabras protectoras que los desenganchen. A continuación, se muestran algunos ejemplos de palabras protectoras:
“Si nuestros registros son correctos …”
“Si mi información es precisa …”
“No estoy seguro, pero parece que …”
“Creo que tengo buenas noticias para usted, porque parece que nuestro problema esté resuelto. Si no me equivoco …”
“Bueno, ciertamente yo podría estar equivocado sobre esto; no sería la primera vez, pero creo que …”
“Puedo entender cómo parecería ser de esa manera…”
Ten en cuenta que si no se gana nada demostrando que tú tienes la razón y la otra persona está equivocada, déjalo ir. Pierde la batalla y gana la guerra. Evita los ejercicios infructuosos de señalar con el dedo tanto como sea posible. Pierden tiempo y energía y también causan problemas.