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Presentado por Lisa Bishop
¿Alguna vez tus palabras te han metido en problemas? Hemos estado examinando por qué nuestras palabras son importantes y quiero centrar nuestra atención en un poderoso fragmento de sabiduría de Proverbios.
El que refrena su boca y su lengua se libra de muchas angustias. (Proverbios 21:23).
Ahora podemos reconocer que este es un consejo práctico para la vida diaria, ¿verdad? Sin embargo, si somos honestos, podemos pasar por alto estas perlas de sabiduría y ser descuidados con nuestras palabras.
¿Cuándo te han metido en problemas tus palabras? Tal vez fue algo que dijiste sobre un compañero de trabajo o un amigo y se enteró. O tal vez fue un arrebato inapropiado de desaprobación en una reunión. En nuestra vida diaria todos nos encontramos con situaciones que ponen a prueba nuestra paciencia, nos tientan a reaccionar impulsivamente y a hablar sin considerar las consecuencias. Sin embargo, Proverbios es una advertencia clara que seamos intencionales a la hora de proteger nuestra boca y lengua, y nos recuerda que ejercitar la moderación conduce a resultados positivos.
Cuando te abstienes de decir palabras que puedan causar daño, como chismes, mentiras o comentarios hirientes, evitas problemas y angustias innecesarias. Recuerda que una vez que se pronuncian las palabras, no se pueden retractar y pueden tener un impacto duradero. Cuando eres consciente de lo que dices, minimizarás los conflictos y malentendidos.
Proteger nuestra lengua va más allá de la comunicación verbal. Las publicaciones en las redes sociales, los textos y los mensajes instantáneos pueden influir en gran medida en cómo nos perciben otras personas. Utiliza discreción e integridad en todas las formas de comunicación. Filtra tus palabras a través de Efesios 4:29 que dice,
Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan. (Efesios 4:29).
Ejercer el autocontrol con tus palabras te llevará a una vida protegida de problemas y conflictos innecesarios. Usar la sabiduría evitará que digas algo que entristece a Dios y evitará situaciones de las que luego te arrepientas. Al elegir cuidadosamente tus palabras y hablar con bondad, honras a Dios y haces una contribución positiva al bienestar de quienes te rodean.
Cuando te equivoques con tus palabras, reconócelo rápidamente. No pongas excusas, admite tu percance. Pide perdón humildemente.
En lugar de arremeter contra la gente, llénala con palabras vivificantes. Haz todo lo posible por proteger su boca para poder mantener la conciencia tranquila y estar libre de peleas innecesarias.