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Presentado por Lisa Bishop

¿Cuál es tu diálogo interno? Estamos examinando por qué nuestras palabras importan. Miremos las palabras que nos decimos a nosotros mismos sobre nosotros mismos.

Detente y piensa en ello. ¿Cuáles son las palabras que te encuentras diciéndote a ti mismo? Tu diálogo interno es la conversación continua que tienes contigo mismo en tu mente. El diálogo interno negativo incluye pensamientos como: “No valgo nada”, “Nunca seré lo suficientemente bueno”, “Parece que no puedo hacerlo bien” o “Soy tan estúpido”. como pensamientos sobre tus circunstancias, “Estaré atrapado en este trabajo para siempre” o “Las cosas nunca mejorarán”.

Todos mantenemos este tipo de conversaciones continuas con nosotros mismos y, aunque es posible que no siempre seas consciente de ello, tus conversaciones internas tienen un impacto significativo en tu estado de ánimo, tus comportamientos y, en última instancia, en tu vida. A veces tenemos pensamientos negativos por lo que otros nos han dicho.

Nos han llamado estúpidos, feos, inútiles o algo peor, y cuando llegamos a un punto bajo en nuestras vidas, estas son las mismas palabras que escuchamos una y otra vez en nuestra mente. Como una rueda de hámster, muchos de nosotros quedamos atrapados en un diálogo interno negativo. Tus palabras importan no sólo para ti y tu vida, sino que las palabras que te dices a ti mismo también importan para Dios. Las últimas investigaciones sobre el cerebro muestran que el lenguaje negativo en realidad libera miles de hormonas y neurotransmisores que producen estrés en nuestro cerebro, lo que afecta poderosamente nuestro estado de ánimo, nos hace sentir peor y, en última instancia, terminamos en actuar de maneras que justifican nuestras falsas creencias.

Esto no sorprende a Dios, nuestro gran creador que diseñó nuestro cerebro, y su Palabra nos muestra el poder de guiar nuestros pensamientos. Efesios 4:23 nos dice sean renovados en la actitud de sus mentes. Y Romanos 12:2 dice: No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente.

El enemigo no quiere nada más que infiltrar tus pensamientos con mentiras. Debes luchar con la Palabra de Dios y decirte la verdad a ti mismo, incluso cuando, o especialmente cuando, no tengas ganas de hacerlo. Esto es más que un diálogo interno positivo; ésta es la verdad impulsada por el Espíritu Santo. 

Comienza a examinar tus pensamientos de derrota. ¿Qué miedos o falsas creencias se han convertido en un baluarte en tu vida? ¿En qué palabras te concentras y con las que te golpeas? Pregúntate: “¿Están estos pensamientos alineados con Dios?” Si los pensamientos son negativos o de alguna manera avergonzantes o condenatorios, sabes con certeza que la respuesta es “no”. Liberarte de viejos patrones de pensamiento requerirá esfuerzo de tu parte porque los pensamientos se convierten en hábitos y los hábitos pueden ser difíciles de romper. Pero puedes elegir los pensamientos que tienes sobre ti mismo y, mientras lo haces, recuerda pedirle a Dios que te ayude.