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Sabemos por Números 9 que Dios usó una ingeniosa señal para su pueblo cuando estaba en el desierto para que se detuvieran o avanzaran. Puso una nube sobre la tienda del tabernáculo, y cuando la nube cubría la tienda, esa era la luz roja. Se quedaban allí. Cuando la nube se levantaba, esa era la luz verde. Seguían adelante.

Dios también tiene luces para nosotros. Quiero hablar de lo que sucede cuando nos detenemos en la luz verde de Dios. Piensa en lo que sucede cuando nos quedamos quietos ante las luces verdes de Dios. No solo obstaculizamos nuestro propio progreso, sino también el de otros. El Cuerpo de Cristo está destinado a trabajar juntos, como lo hacen las partes de nuestro propio cuerpo. Cuando se supone que una parte del cuerpo debe moverse y no lo hace, el resto del cuerpo se ralentiza, ¿no?

¿Estás frenando algún progreso hoy porque estás sentado cuando Dios quiere que te muevas? ¿Estás dejando que otros lleven la carga que deberías llevar? ¿Estás sentado a un lado en lugar de entrar en la carrera y correr? Si es así, estás retrasando a otros. Y te estás perdiendo la bendición que viene en el hacer. Jesús dijo a sus discípulos: Ahora que saben estas cosas, serán bendecidos si las hacen (Juan 13:17). 

Cuando nos detenemos en la luz verde de Dios, perdemos un tiempo precioso. El tiempo es un recurso que Dios nos ha dado por el cual daremos cuentas. Piensa en lo que has hecho con tu tiempo en la última semana, el último mes, el último año. ¿Te gustaría presentarte ante Dios ahora y dar cuentas de cómo has usado ese insustituible recurso llamado tiempo? 

Es difícil guiar un coche que no se está moviendo, pero una vez que lo consigues, puedes guiarlo fácilmente. ¿Le estás pidiendo a Dios que te guíe antes de ponerte en marcha? Dios quiere que salgas con fe y confíes en Él para iluminar tu camino a medida que avanzas. Pero no va a iluminar tu camino hasta que empieces a caminar por él. 

¿Cómo sabes si Dios quiere que avances o no? Pregunta a consejeros de confianza; busca un versículo de confirmación; ora mucho al respecto. Y si la luz es verde, avanza!. Si Dios cierra la puerta, entonces tu sabes que es hora de detenerse de nuevo, pero mientras la luz es verde, confía en Dios; ponte en movimiento.