Play

Estoy examinando las luces de Dios. Él nos da señales claras y cuando las perdemos o las desobedecemos, nos encontramos en problemas. Como mencioné antes, tiendo a pensar que, si no avanzo, no estoy haciendo lo correcto. Pero a menudo Dios me da una luz de detente, y necesito aprender que las luces para detenerme están en la voluntad de Dios para mí, al igual que las luces de avanzar también.

¿Recuerdas a Pedro en el monte de la transfiguración, cuando Elías y Moisés aparecieron con Jesús? La luz los deslumbró, y Pedro no sabía qué decir, pero habló de todos modos, diciendo “Esto es genial. Deberíamos hacer algo, construyamos tres santuarios para conmemorar esta ocasión.” Pedro tenía grandes planes y seguramente pensó que Dios y todos los demás se impresionarían. Pero la voz del cielo dijo: “Este es mi Hijo amado; a él oigan” (Marcos 9:7).

O, en otras palabras, “Por favor cállate, Pedro; no sabes qué decir así que por qué estás hablando. Este no es un momento para construir; es un momento para escuchar.” Pedro quería avanzar; Dios dijo detente.

Y luego pienso en Marta que le dijo al Señor que era hora de que María cocinara, de entrara en la cocina e hiciera algo. Pero Jesús le dijo a Marta que María había elegido el mejor camino, la forma de escuchar y aprender y pasar tiempo en su presencia. Eso era difícil de entender para Martha porque pensaba que la persona que estaba trabajando más duro era la que estaba haciendo lo correcto. Jesús le enseñó: Quédate quieta, Martha, y conoce que yo soy Dios.

¿Has estado yendo y viniendo, tratando de hacer que las cosas sucedan por tu cuenta, ignorando las señales de Dios? Esperar es difícil, ¿no es así? Pero todos nosotros tenemos que pasar algún tiempo en la sala de espera de Dios, aprendiendo a mirar a su nube y esperar su señal, aprendiendo a confiar en él.

Esperar es difícil para mí porque no me gusta lo desconocido, porque quiero todo en pequeñas filas ordenadas, sin problemas sin resolver. Esperar es difícil para mí cuando creo que sé la solución correcta y no veo ningún beneficio en esperar a que suceda. Esperar es difícil para mí porque tiendo a ser una persona controladora, y quiero que todo esté en el programa, es decir, mi programación.

Cuando miro más de cerca, tengo que concluir que mi problema es que no quiero dejarlo ir y confiar en Dios. Tengo miedo de confiar en él. Es una falsa confianza en mí misma. 

Si tiendes a avanzar en las luces de detente de Dios, quiero animarte a recordar que la sala de espera no es tiempo perdido; es donde tú necesitas estar en ocasiones mientras que Dios está haciendo tu camino recto.