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¿De qué tienes miedo hoy? ¿Sabías que debemos ser mujeres con temor? La mujer de Proverbios 31 se describe como una “mujer que teme al Señor” y fue alabada. Esta es la lección más importante que podemos aprender de esta mujer ideal. ¿Eres una mujer que teme al Señor?

Si es así, hay algunas cosas específicas que temerás, y una de ellas es:

  • El temor de perder el rumbo en algún tema y perder el enfoque correcto

Una de las cosas que más temo es perder el equilibrio y convertirme en una mujer orientada a los problemas en lugar de una mujer temerosa de Dios. Sería muy fácil hacerlo en esta sociedad con mi personalidad, créeme. Y lo temo, porque sé que es una de las formas en que Satanás pone su pie en nuestras puertas.

Muchas mujeres en el último par de generaciones han enfocado sus vidas y sus energías en corregir todos los males hechos a las mujeres. Sin duda, ha habido y todavía hay prácticas discriminatorias en nuestra cultura, incluidas las instituciones cristianas, que pueden criticarse, que deben cambiarse y que no son justas. Y es posible que tengamos algunas oportunidades para tratar de efectuar algunos de esos cambios necesarios. Eso está bien en su lugar apropiado.

Pero para nosotras orientarnos hacia los problemas de los derechos de las mujeres, de manera que el tema sea más importante para nosotras que cualquier otra cosa, es ser empujadas al molde del mundo de la lucha por sus derechos. Me sigo recordando a mí misma que la única forma en que realmente puedo ayudar a cualquier mujer es señalarle a Jesús, quien puede liberarla de sus pecados y darle paz. Entonces ella será libre de hecho.

Pablo escribió a los romanos que todos somos esclavos del pecado o de Cristo. Entonces, en lugar de ser esclava de algún problema, u obsesionarnos con luchar por nuestros derechos, quiero alentar a las mujeres, y a todos los demás, a convertirse en esclavos de la justicia, porque cuando morimos a nosotros mismos encontramos vida en Cristo. Podría ayudar a promover la causa de los derechos de la mujer hasta que se me ponga azul el rostro, y cualquier progreso realizado sería inútil si las mujeres siguen siendo esclavas del pecado.

Quiero tener temor de no escuchar al Señor decirme: “Bien hecho, mi buena sierva y fiel”, porque algún día me presentaré ante él para que el trabajo de mi vida sea juzgado. Temo perder el tiempo y la energía que tengo en cosas y asuntos que no tienen un significado eterno. Eso es temor divino.