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He estado presentándoles a los miembros de la familia Tator. Puede que ya los hayas conocido antes, pero en caso de que no, quería que los conocieras. Conocimos al padre y a la madre, Dick Tator (el dictador) y Emmy Tator (la imitadora). Ayer conocimos a su hija, Hessie Tator (la insegura).
Hoy me gustaría presentarles a su hijo, Aggie Tator (el agitador). Ahora bien, sé que generalmente pensamos que los niños son traviesos, pero el problema de Aggie es mucho más que el espíritu infantil normal. Aggie es realmente un alborotador. Literalmente busca formas de causar discordia y perturbar la unidad familiar.
¿Alguna vez has conocido a alguien como Aggie Tator? Usan las palabras como instrumentos de dolor, para herir a las personas. Dicen cosas que hacen que surjan sospechas en la mente de la otra persona. A veces es la semilla más pequeña de discordia que siembran, pero conduce a muchos problemas cuando echa raíces y crece.
En Proverbios 6:19, leemos que una de las siete cosas que son detestables para el Señor es una persona que provoca desacuerdos entre hermanos. Me temo que ese es Aggie Tator (el agitador), que provoca desacuerdos dondequiera que puede.
¿Alguna vez te has preguntado por qué Aggie Tator (el agitador), está tan decidido a causar problemas? Proverbios 29:22 nos da una pista.
El hombre iracundo provoca peleas; el hombre violento multiplica sus crímenes. (Proverbios 29:22).
La ira que no se maneja adecuadamente estallará en ti de maneras que están fuera de control y son totalmente inapropiadas. Creo que eso le sucede a Aggie Tator. Tiene ira dentro de sí, con la que nunca ha lidiado, y esa ira se ha convertido en amargura, que se manifiesta causando problemas a los demás.
Si tan solo Aggie pudiera recurrir al Señor con su ira y entregarle su amargura, encontraría sanidad para esas heridas y liberación de toda esa ira. Descubriría que su temperamento iracundo podría ser controlado por el Espíritu de Dios y, como resultado, no estaría causando todos esos problemas todo el tiempo. Hay que sentir lástima por Aggie Tator; él hace que su propia vida sea miserable, así como la de todos los demás.