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¡La falta de civismo está fuera de control! Un estudio revela que el 70 % de los adultos estadounidenses afirman que la falta de civismo ha llegado a un nivel crítico. ¿Es esto cierto en tu lugar de trabajo o en el lugar donde vives?
Cada vez que ves las noticias o pasas tiempo en las redes sociales, puedes ver señales de ello. Parece que hemos permitido que esta falta de civismo se introduzca en nuestra cultura hasta que, de alguna manera, se ha convertido en la nueva normalidad: en un comportamiento aceptable.
¿No nos da esto a los seguidores de Cristo una maravillosa oportunidad de demostrar la diferencia que Jesús hace en nuestras vidas? Esto nos abre la puerta para ser luces en un mundo oscuro, y eso es a lo que nos ha llamado Jesús.
Primero, definamos la falta de civismo. La definición de libro de texto es “discurso o comportamiento grosero o insociable”. La falta de civismo en el lugar de trabajo puede ser quizás más sutil, de menor intensidad, tal vez ni siquiera reconocible al principio. Pero se manifiesta como falta de cortesía, abandono de comportamientos y prácticas educadas simples, o uso de comentarios sarcásticos, respuestas groseras y abruptas. Y, a menudo, las personas que se comportan con falta de civismo no tienen la intención de hacer daño, sino que simplemente se han convertido en un mal hábito.
Creo que es hora de que contraataquemos, ¿no crees? Tengo algunas sugerencias sencillas que puedes hacer para detener la ola de incivilidad en tu mundo, en tu mundo laboral, en tu mundo familiar, donde sea.
Esta es mi primera sugerencia: asegúrate de decir por favor y gracias en cada oportunidad posible. Algo tan simple como eso puede marcar la diferencia, y si esas palabras de cortesía se han perdido en tu mundo, ¡reintrodúcelas! Díselas a los miembros de tu familia; a menudo descuidamos la cortesía en nuestros hogares. Encuentra oportunidades para agradecer a las personas y no tengas miedo de exagerar.
Te desafío a que lleves la cuenta de la cantidad de veces que dices por favor o gracias en un día determinado y te propongas aumentar esa cantidad cada día. No subestimes el poder de las palabras educadas dichas en el momento y la forma adecuada. Esas palabras se convierten en pequeños rayos de luz en la oscuridad.