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¿Puedes pensar en alguien que conozcas a quien describirías como una persona negativa y quejumbrosa?  Supongo que probablemente puedas, pero aquí está la pregunta más difícil: ¿Las personas que te conocen te pondrían en esa categoría de quejumbroso habitual?

Bueno, incluso si no estás totalmente consumido por las quejas, es posible que hayas permitido que un espíritu quejumbroso se infiltre en tu mente y corazón.  Estoy hablando de cómo curar la enfermedad contagiosa llamada queja.

Te di dos curas importantes: Haz que el agradecimiento sea parte de tu rutina diaria y ajusta tus expectativas.  Quiero añadir un par de sugerencias más:

3. Deja de tratar de controlar lo incontrolable.

Los fanáticos del control como yo, se concentran mucho en arreglar y enderezar las cosas. Pero uno de los mejores regalos que puedes darte a ti mismo es dejar ir ese impulso para controlar lo incontrolable.  Cuando lo piensas, hay un montón de cosas en la vida que no puedes controlar excepto tú mismo, ¿verdad?  Pero supongo que muchas de tus quejas son probablemente sobre las cosas y las personas incontrolables en tu vida.  ¡Qué ejercicio tan inútil es ese! Aquí hay un buen pensamiento a tener en cuenta: si controlas lo controlable, es decir, , podrás hacer frente a lo incontrolable.  Y dejarás de quejarte de todas esas cosas que están fuera de tu control. Marcará la diferencia.

4. Deja ir el ayer y el mañana.

Gran parte de las quejas que escuchas todos los días son sobre lo que sucedió ayer o lo que podría suceder mañana.  Jesús nos dijo que no debemos preocuparnos por el mañana, porque el mañana vendrá con su propio afán. Nos recordó que cada día tiene suficientes problemas propios (Mateo 6:34).  Y el ayer es historia pasada; nunca se puede cambiar, por lo que quejarse del ayer o el mañana es un ejercicio inútil. Vive hoy; concéntrate en hacer que el hoy sea lo mejor que puedas, ¡para que no tengas nada de qué quejarte mañana!

¿No crees que a menudo nos permitimos entrar en el pozo de quejas sin siquiera darnos cuenta, y antes de que nos demos cuenta, hemos contraído esa enfermedad destructiva?  Pero hay una cura y si tú y yo cambiamos algunos de nuestros malos hábitos y le pedimos a Dios que nos ayude, podemos ser liberados de las quejas.