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Presentado por Lisa Bishop

Cuando te tratan con crueldad, ¿cómo respondes?

Piénsalo, ¿cuándo fue la última vez que te maltrataron o te lanzaron palabras hirientes? Un compañero de trabajo te critica, un familiar te rechaza por tu fe o un amigo te cancela por tus opiniones políticas. ¿Mantienes la compostura o respondes con tus palabras o acciones? Puede resultar tentador combatir el fuego con fuego. En un mundo donde la gente parece estar más estresada y nerviosa que nunca, no hace falta mucho para enfadar a la gente y, a su vez, reaccionar con represalia con incluso la más mínima ofensa.

En el evangelio de Lucas, vemos a Jesús siendo llamado y condenado por los fariseos y los maestros de la ley religiosa. Estaban “llenos de ira” porque Jesús estaba sanando en sábado y “discutían entre sí qué podrían hacerle a Jesús” (Lucas 6:11). Estaban planeando su desaparición e ideando formas de destruirlo. Es una situación bastante intensa. Jesús conoce los pensamientos y las intenciones de quienes estaban en su contra y, sin embargo, esto es lo que les dice a sus seguidores. 

Lucas 6:27-28

“A los que están dispuestos a escuchar, les digo: ¡amen a sus enemigos! Hagan bien a quienes los odian. Bendigan a quienes los maldicen. Oren por aquellos que los lastiman.”.

Lucas 6:31-36

Traten a los demás como les gustaría que ellos los trataran a ustedes. »Si solo aman a quienes los aman a ustedes, ¿qué mérito tienen? ¡Hasta los pecadores aman a quienes los aman a ellos! Y si solo hacen bien a los que son buenos con ustedes, ¿qué mérito tienen? ¡Hasta los pecadores hacen eso! …   ¡Amen a sus enemigos! Háganles bien… Entonces su recompensa del cielo será grande, y se estarán comportando verdaderamente como hijos del Altísimo, pues él es bondadoso con los que son desagradecidos y perversos. Deben ser compasivos, así como su Padre es compasivo.

Ahora bien, lo más probable es que tú y yo no tengamos enemigos que estén tratando de derribarnos como lo experimentó Jesús. Pero estamos llamados a seguir su ejemplo y asumir su conducta cuando nos enfrentamos a malos tratos. Dios muestra amor hacia sus enemigos y es bondadoso con los malvados. Esa es una tarea difícil y sólo es posible a través del poder del Espíritu Santo que mora en ti y obra en ti. Tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros es una característica divina. La próxima vez que te hagan daño, no tomes represalias. Pídele al Espíritu Santo que te ayude a responder con bondad y misericordia.