Play

Sin duda has trabajado con o para alguien que tenía algunos hábitos molestos. Pensé que sería una buena idea mirar algunos de estos, preguntar cómo debemos responder a un compañero de trabajo así y, lo que es más importante, asegurarnos de que no tenemos hábitos molestos nosotros mismos.

Entonces, consideremos el hábito molesto número uno: trabajas con una persona que hace llamadas diarias a su compañero o pareja, y dado que trabajas en un entorno abierto, no puedes evitar escuchar la conversación. Dependiendo de cómo se lleven en un día en particular, es posible que escuches una conversación desagradable con enojo y acusaciones, o puedes escuchar lo que suena como murmullos dulces o palabras de bebé.

Obviamente, si tienes un puesto de supervisión sobre esta persona, debes abordarlo directamente con instrucciones claras de que ese tipo de conversaciones deben ser en el tiempo y con el equipo personal, no en el tiempo de la empresa. Sin embargo, si tu no eres el jefe o supervisor de esta persona, es posible que puedas llamar la atención de tu compañero de trabajo de tal manera que vea el beneficio de cambiar ese mal hábito.

Proverbios 17:27 dice: “El que es entendido refrena sus palabras; el que es prudente controla sus impulsos.”. Tus palabras tendrían que ser elegidas cuidadosamente, entregadas con amabilidad y hechas con la motivación adecuada.

Por ejemplo, puedes encontrar el momento adecuado, un momento privado, para decir algo como: “Probablemente no sepas que otras personas pueden escuchar tus conversaciones con tu pareja. Pensé en hacértelo saber, porque sé que, si fuera yo, no me gustaría que otros escucharan mis conversaciones personales diariamente. Es posible que desees reservar esas llamadas para momentos en los que estés solo”.

Hay una lección que todos debemos aprender en esto, y es, usar nuestro tiempo de trabajo para trabajar, no robarle a nuestro empleador el tiempo con conversaciones prolongadas ya sea que otros las escuchen o no, cuando nos pagan por trabajar, 

Como cristianos en el lugar de trabajo, estos pequeños hábitos molestos pueden dañar nuestro testimonio de Jesucristo, por lo que debemos asegurarnos de no ser tenerlos.