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Presentado por Lauren Stibgen

A veces siento que simplemente me pierdo. ¿Realmente importo? Si soy sincera, este mantra puede manifestarse en todas las áreas de mi vida: el trabajo, el hogar, el ministerio, la crianza de los hijos. Lo que sea. Me siento pequeña, invisible. Sé que no estoy sola, y gran parte de este sentimiento pequeño e invisible surge de olvidar que nuestra identidad comienza con El Roi, un Dios que me ve.

Estoy segura de que la mayoría de ustedes han escuchado los términos omnisciente, omnipresente y omnipotente. Por ahora, centrémonos en omnipresente. Esto significa que Dios está presente en todas partes al mismo tiempo. En este gran mundo que creó, nos ve a mí y a ti ahora mismo, en este momento. Al comenzar este nuevo año, descansemos en esta omnipresencia de Dios. Haz una pausa por un momento y piensa en ello. Tal vez estés haciendo planes para este año o recordando lo que fue. Tal vez te sientas pequeña e invisible. Tal vez estés lidiando con un pecado que está oculto. En cada uno de estos escenarios, Dios es El Roi, un Dios que te ve.

Justo cuando piensas que estás solo, ya sea con un pensamiento, un sentimiento o, bueno, con un pecado, te das cuenta de que siempre te ven. Te ven en cada momento, te cuidan en tu descanso. Dios te ve.

Quizás esto te resulte reconfortante, como le sucedió a Agar. En Génesis aprendemos que Sarai le da Agar a Abram para que tenga un hijo porque ella es estéril. Cuando queda embarazada, Sarai se vuelve cruel y Agar se va sola al desierto. Dios le provee, ¡e incluso le habla en ese momento tan difícil!

Ella le dio este nombre al Señor que le habló: “Tú eres el Dios que me ve”, porque dijo: “Ahora he visto al que me ve” (Génesis 16:13).

Me he sentido desanimada, sola, errante y necesitada de provisión. Puedo empatizar con Agar. Ella estaba haciendo lo que le pedía alguien en quien confiaba. El resultado no fue el que esperaba. Estaba sola, pero no lo estaba.

Tal vez la idea de que Dios te vea te cause miedo. El camino que recorres tiene algún pecado sin arrepentir que Él ve. No hay un solo momento en el que no estés a solas con Dios. ¡La buena noticia es que este es el mejor momento para hablar con Dios!

Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo y nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad (1 Juan 1:9).

Ya sea que sientas consuelo o temor, ten ánimo. El Roi, el Dios que te ve, te ama y quiere tu bien.