Continuamos con nuestra historia más reciente de Fran y Jesús en el trabajo. Fran se encuentra en el lado negativo de una compañera de trabajo celosa, muy expresiva y cruel con Fran.

Hace una semana, Fran hizo una presentación importante a un nuevo cliente potencial, y hoy es el día en que recibirá su respuesta. Esta mañana, en un momento de tranquilidad con el Señor, Fran ora: «Señor, una vez más te entrego los resultados de este nuevo negocio. Te ruego que me des una respuesta favorable, pero pase lo que pase, ayúdame a ser amable y bondadosa».

Entonces piensa en Jenny. A Fran le ha costado tener una actitud correcta hacia ella, porque Jenny le ha dicho cosas desagradables y groseras. Señor, sé que Jenny no está en mi vida por casualidad. No me gusta, Señor, pero quiero estar dispuesta a dejar que la ames a través de mí. Y Señor, ayúdame a verla como tú la ves. Sé que bajo su apariencia dura y su actitud enojada, hay una gran herida que solo tú puedes sanar. Por favor, ayúdame a verla con tus ojos.

Sobre las diez de la mañana, Fran hace la llamada y, para su gran alegría, se entera de que firmarán un contrato con ella. Pide cita para estar en su oficina a primera hora de la mañana y luego entra a avisarle a su jefe.

“Felicidades, Fran”, dice Marilyn, estrechándole la mano. “Es una gran noticia. La anunciaremos en la reunión de esta tarde”. Marilyn está visiblemente contenta.

Mientras el departamento se reúne para la reunión, Marilyn anuncia con entusiasmo el éxito de Fran. Esta es una cuenta muy importante, y Fran hizo un gran trabajo para conseguirla. Obviamente, necesitará la ayuda del equipo. De hecho, Jenny, como tienes experiencia con constructoras, quizá te convenga ayudar a Fran. Podemos hablar de eso.

A Fran le da un par de vuelcos el estómago. ¿Cómo pudo Marilyn hacer eso? Nunca podrá trabajar con Jenny. ¿Y ahora qué va a hacer?

Al terminar la reunión, todos felicitan a Fran. Jenny empieza a salir sin decir nada, pero Marilyn la detiene. “Jenny, ¿por qué no vienen Fran y tú a mi oficina unos minutos? Hablemos de esta nueva cuenta”.

“Señor”, ora Fran en silencio, “necesito sabiduría y necesito gracia. Por favor, ayúdame. Sabes que no puedo trabajar con Jenny. Por favor, líbrame”.

Puede oír la voz interior del Espíritu de Dios respondiendo a su pánico: “Lo que tú no puedes hacer, yo sí”. Con esa seguridad, se dirige a la oficina de Marilyn.