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Si alguna vez has tenido problemas con un compañero de trabajo perezoso, te sentirás identificado con esta historia de Fran y Jesús. Fran está tratando con una asistente que es muy perezosa, y a Fran le resulta difícil simpatizar con ella. Jesús la ha estado ayudando a aprender a tratar con esta compañera de trabajo llamada Joyce.
De camino a casa después de trabajar ese día, después de una confrontación con Joyce, Fran le dice a Jesús: “Señor, pude ver un ligero cambio en Joyce después de que traté de encontrar las palabras adecuadas para motivarla. Gracias por traer a mi mente ese versículo de Proverbios sobre elegir mis palabras con cuidado. Pero en realidad, no debería tener que tratarla como un bebé solo para que haga su trabajo. Nadie me trata como una bebé”.
“Bueno, nadie te trata como un bebé, eso es verdad, pero tienes a alguien que te ayuda”, le recuerda Jesús. “Verás, Fran, tienes que recordar siempre que Joyce no tiene mi presencia con ella, como tú. ¿Alguna vez has pensado en cómo debe ser su vida? ¿La conoces un poco?”
—¿La conozco? Bueno, todo lo que sé es que está divorciada, tiene un niño de dos años, creo, y por lo que he oído, tiene muchos problemas económicos. Fran intenta reconstruir lo que sabe sobre Joyce. —Alguien me dijo que va mucho a los bares, busca chicos y se emborracha.
—¿Sabes, Fran? Tienes algunas cosas en común con Joyce. ¿Por qué no la conoces mejor? —sugiere Jesús.
—¿Quieres decir porque yo también soy madre soltera? Sí, pero más allá de eso, ciertamente no tenemos nada en común. Ella no es mi tipo, Jesús; no lo creo —trata Fran de descartar la sugerencia.
—Ella es mi tipo, Fran, y no está en tu vida por accidente —repite Jesús lo que le dijo antes.
—Está bien, está bien… ¿Qué quieres que haga? —pregunta Fran.
—Primero, quiero que ores por ella todos los días. “Entonces te sugiero que la invites a almorzar y que la conozcas mejor”, responde Jesús.
“Orar por ella e invítarla a almorzar. Sí, supongo que puedo hacerlo”, acepta Fran. “No puedo decir que quiera, pero como tú lo sugeriste, lo haré”.
“Sabes, Fran, esto te da la oportunidad de mostrar compasión por una persona que no es exactamente ‘tu tipo’. Eso es lo que yo haría”, anima Jesús a Fran.
“Bueno, está bien, haré lo mejor que pueda, pero sabes que necesitaré tu ayuda porque no tengo ganas de hacerlo”, confiesa Fran.
“Estaré allí contigo. “Puedes contar conmigo”, le asegura Jesús.
Y con eso llegan en la entrada de su casa, y Fran se pone su “sombrero de mamá” para comenzar su segundo y más importante trabajo con sus dos hijos.