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Presentado por Lisa Bishop
Quiero examinar la bendición de esperar en Dios. Sé que la espera y la bendición no parecen ir de la mano, pero a menudo lo hacen. Es nuestra perspectiva la que puede cegarnos a ver la bendición. Vivimos en un mundo acelerado donde la gratificación instantánea es la norma. La rapidez está a nuestro alcance. Sin embargo, como seguidores de Jesús, nuestro viaje espiritual a menudo requiere que esperemos, y la espera puede poner a prueba nuestra paciencia, revelar nuestra fe y alterar nuestra confianza en Dios.
En cambio, los que confían en el Señor encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán (Isaías 40:31).
Este versículo es un poderoso recordatorio de que esperar en Dios no es pasivo. Es un compromiso intencional y activo de nuestra fe. Isaías nos enseña que es realmente en la espera que Dios renueva nuestra fuerza, nos da resistencia, y nos prepara para el camino por delante. La espera construye una fe resiliente porque reconocemos la soberanía y el tiempo cuando esperamos en Dios, admitiendo que sus planes son más altos que los nuestros y que su comprensión supera la nuestra. Este acto de entrega es crucial para nuestro crecimiento espiritual. Es fácil apresurarse e intentar forzar nuestros planes, pero el tiempo de Dios es perfecto. Ve el panorama más amplio que no podemos ver. Sabe lo que necesitas y cuando lo necesitas.
La historia de Abraham y Sara es un ejemplo de espera. Dios les prometió un hijo, pero tuvieron que esperar 25 años para el nacimiento de Isaac. Su tiempo de espera no era sin lucha y duda, sin embargo, Dios profundizó su fe mientras confiaban en él. Cuando te encuentras en una temporada de espera, es importante permanecer conectado con Dios a través de la oración, las Escrituras y la adoración. A veces eso es lo último que queremos hacer porque esperar puede hacer que nuestros corazones se cansen hacia Dios. Esperar implica una esperanza expectante, confiar en que Dios vendrá en el momento adecuado.
La espera es también un tiempo de preparación. Dios podría estar preparando tu corazón para algo más grande, algo para lo que aún no estás listo.
Si lo dejamos, esperar en Dios nos acerca a él. En nuestra desesperación y dependencia, nos acercamos al corazón del Padre. Aprendemos a apoyarnos en él, a confiar en él y a amarlo más profundamente.
Por lo tanto, si te encuentras en una temporada de espera, anímate. Dios está contigo. Él no te ha olvidado. Usa este tiempo para fortalecer tu fe, hacer crecer tu relación con él y prepararte para las cosas buenas que tiene guardadas para ti.