Play

Presentado por Lauren Stibgen

Ayer hablamos de cómo el sustantivo simple, esperar, puede hacer que le hagamos a Dios algunas preguntas difíciles. Experimentamos sentimientos acerca de un período de espera cuando algo no sucede en la cantidad de tiempo que hemos asignado en nuestra mente y que parece razonable.

Esta espera puede generar muchos sentimientos diferentes. El desafío con estos sentimientos es que pueden conducir a otras acciones que tal vez no conduzcan al mejor resultado para nosotros.

Piensa en impacientarte por la respuesta que estás esperando. Esta impaciencia comienza a crecer y se convierte en ira. Todos hemos estado allí. Pensar en por qué alguien no te ha devuelto la llamada ni se ha puesto en contacto contigo. Tal vez tu pie esté dando golpecitos o estés caminando de un lado a otro en tu oficina. Finalmente, estallas y en ese momento de enojo llamas y acusas a la otra parte de demorarse. El silencio está al otro lado de la línea. La persona no había vuelto a llamar porque estaba enferma.

Ahora piensa en esperar una llamada de un reclutador para un trabajo que no sólo deseas, sino que necesitas desesperadamente. La espera te está poniendo ansioso. Tienes miedo de que otra persona consiga el trabajo y no tendrás suficiente provisión financiera para tu familia.

Tienes un desacuerdo con alguien en el trabajo y estás esperando el momento adecuado para disculparte. Estás abrumado por los sentimientos asociados con esta necesaria disculpa.

Después de esperar comentarios de una entrevista de trabajo, descubres que no te han otorgado un ascenso. Te sientes inútil y te falta esperanza porque escuchaste a través de los rumores y no al gerente de contratación.

Todos tus amigos más cercanos están casados. Todavía estás esperando encontrar el amor. Te sientes solo y triste. Impaciente, enojado, ansioso, temeroso, sobrecargado, inútil, desesperado, solitario y triste. Emociones pesadas. Dios nos ofrece una oportunidad para otros sentimientos en la espera.

Eres amado:

Pero el que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor (1 Juan 4:8).

Tienes esperanza:

Cuentas con una esperanza futura, la cual no será destruida. (Proverbios 23:18).

Eres paciente:

El que es paciente muestra gran inteligencia; el que es agresivo muestra mucha insensatez. (Proverbios 14:29).

Eres Tranquilo/Pacifico:

La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden (Juan 14:27).

Todos hemos tenido sentimientos de que el Señor no nos ha tratado justamente ni nos ha respondido en nuestro tiempo, pero sí nos ofrece otras maneras de sentirnos si permanecemos con él en la Palabra.