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¿Cuántas veces como padres les hemos dicho a nuestros hijos “en un ratico”? Quieren algo ahora y seguimos aconsejándoles que tendrán que esperar “un ratico”, y por supuesto eso nunca parece satisfacerlos. “En un ratico” les suena a una eternidad.

Jesús también nos dio una advertencia. En una de sus últimas conversaciones con sus discípulos, que encontramos registrada en Juan 16, Jesús dijo: “Dentro de poco, ya no me verán más; pero tiempo después, me verán de nuevo”.

Esto confundió totalmente a los discípulos, y se preguntaron entre ellos qué quería decir Jesús. Conociendo su confusión, Jesús pasó a decirles: “Será como una mujer que sufre dolores de parto, pero cuando nace su hijo, su angustia se transforma en alegría, porque ha traído una nueva vida al mundo. Así que ahora ustedes tienen tristeza, pero volveré a verlos; entonces se alegrarán, y nadie podrá robarles esa alegría” (Juan 16:21-22).

Vivimos hoy en este “En un ratico” al que se refería Jesús. Es el tiempo entre la primera vez que Jesús vino a la tierra y luego de su muerte, sepultura y resurrección, regresó al Padre, y el tiempo en que prometió volver y nos uniremos a él en su reino de justicia. Y este “en un ratico” es exactamente eso a la luz de la eternidad. Es un abrir y cerrar de ojos en comparación con el tiempo interminable en el que estaremos con Jesús. Pero, ¡vaya!, a veces nos parece largo, ¿verdad?

¿Qué te está agobiando en este momento? ¿Qué está minando tu alegría y tu fuerza? ¿Qué es lo que te está dando ese sentimiento de evasión, causándote desánimo y dolor? Quiero recordarte que dentro de un ratico terminará y si eres seguidor de Cristo y has nacido en la familia de Dios por la fe en Jesús, volverás a regocijarte y nadie te podrá quitar la alegría—en un ratico.

Entonces, enfoca tus ojos en la eternidad, no dejes que el enemigo de tu alma te derrote, porque falta poco para que veamos a Jesús y nos regocijemos nuevamente.