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Presentado by Lisa Bishop

¿Estás contristando al Espíritu Santo? ¿Sabías que la falta de perdón entristece al Espíritu Santo?

Efesios 4:29-33 nos dice,

“Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan. No agravien al Espíritu Santo de Dios con el que fueron sellados para el día de la redención. Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.”

“No agravien al Espíritu Santo de Dios”. Agraviar significa “hacer sentir pena, dolor, infelicidad o angustia”. Como tercera persona de la trinidad, el Espíritu Santo tiene personalidad y la capacidad de sentir emociones. A veces podemos olvidar que Dios es un Dios personal. Ignoramos el hecho de que Jesús es relacional y el Espíritu Santo siente. El Espíritu Santo se entristece cuando pecamos y nos comportamos de manera impropia de un seguidor de Jesús. Cuando nos aferramos a la amargura y la ira, y tenemos malicia en nuestros corazones debido a la falta de perdón, obstaculizamos nuestra relación con Dios. Cuando no perdonas, renuncias a todo el poder del Espíritu Santo que actúa a través de ti. Pero recuerda que cuando luchas por perdonar, el Espíritu Santo está ahí para ayudarte.

En Juan 14:15-16, Jesús dice:

“Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos.  Y yo pediré al Padre y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre”.

Tienes el poder del Espíritu Santo morando en ti, listo para ayudarte las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 365 días del año. Perdonar a los demás es posible y surge de la comunión con Dios. Cuando permaneces en Jesús te vuelves como él. Piensas, sientes, hablas y actúas como él. Cuando dedicas tiempo a su palabra, el Espíritu Santo te habla a través de las Escrituras. Creces en sensibilidad para escuchar la voz de Dios y él te madura, te suaviza y te santifica.

Entonces, deja de afligir a Dios por la falta de perdón y crece en el perdón como Dios en Cristo te perdonó.

El perdón es un trabajo duro. ¡Pero cuanto más lo hagas, más fácil te resultará! Y yo estoy creciendo junto a ti.